_
_
_
_
_

Un enfermo de sida permanece dos semanas en las urgencias del Doce de Octubre

Un joven parapléjico y enfermo de sida, Juan S. R., de 21 años, permanece en una cama de las urgencias del hospital Doce de Octubre desde el pasado 20 de mayo, sin ser ingresado en ningún servicio médico del centro. El paciente volvió ese día del hospital de crónicos situado en la Fuenfría (Cercedilla), donde había llegado una semana antes después de estar diez meses en la planta de cirujía plástica del Doce de Octubre. El pasado lunes por la noche, su familia denunció el caso en los juzgados de Plaza de Castilla.

La banda sonora de este servicio de urgencias se nutre con llantos de niños accidentados, quejas de personas doloridas o trasiego de camillas. En este ambiente, todo menos tranquilo, Juan sobrevive desde hace dos semanas, encajonado entre dos biombos de tela y unas cortinillas que no el aíslan ni de los ruidos ni del calor, algo que según asegura le es "muy perjudicial". No hay ventanas, sólo la luz de neón.Este joven, que quedó inválido desde que hace dos años sufrió un accidente, tiene en las piernas unas escaras -llagas producidas por la inmovilidad- que en cualquier otro caso se curarían pero que en el suyo constituyen un riesgo permanente por su falta de defensas. Además, en la zona de la ingle la llaga ha llegado al hueso. Su madre asegura además que tiene anticuerpos de la hepatitis C.

"Cuando me dieron el alta, el, 16 de mayo, para enviarme a la Fuenfría, en el servicio de cirugía plástica del Doce de Octubre aseguraron a mi madre que me recibirían de nuevo si había algún problema en la Fuenfría", dice Juan, un chico rrioreno, delgadísimo, de ojos enormes y una escasa barba de varios días. "No me han afeitado", explica.

Angel Laporta, director médico de la Fuenfría, explicó ayer que en su hospital no se pueden hacer cargo de casos como éste "porque las curas que necesitan llevan demasiado tiempo y aquí tenemos un grave problema por la escasez de enfermería". Este hospital de apoyo acoge a enfermos de sida con tuberculosis asociada "pero que en cuestión de personal necesitan menos atención".

"Hace unos meses intentaron en el Doce de Octubre mandarme a casa, pero mi padre dijo que de aquí no me movían. En cuanto murió, el dos de mayo, les ha faltado tiempo para despacharme", explica con un hilo de voz. El padre de Juan murió en este mismo hospital, donde desde hacia varios meses estaba siendo tratado de cáncer. Su madre, de 48 años, y. su hermana mayor, de 23, "trabajan mañana y tarde, limpiando". Junto a ellas viven otras dos hermanas de 14 y 15 años y un sobrino de tres, en una casa de 47 metros cuadrados de la zona de Oporto.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
Suscríbete

"Un embolado"

Un portavoz de la dirección del Doce de Octubre calificó el caso de "embolado". La dirección se reunió ayer con la madre y la hermana para encontrar una solución. Este portavoz seguró que "ya no tiene porque estar en este centro, porque se ha eliminado toda posibilidad de mejorar su estado por medio de la cirujía. Sólo necesita atención ambulatoria con curas, sea en su casa o en un centro de cuidados mínimos". Después de la reunión, celebrada a mediodía de ayer, su hermana Teresa describió cómo cuando ha estado en casa ella intentaba curar sus heridas "en las que se puede meter toda la mano", pero no podía.

Ahora estudian la posibilidad de llevarle al centro Visida, cerca de Aranjuez, un lugar de acogida de estos enfermos regentado por voluntarios.

"En casa no se pueden hacer cargo de mí, no tienen tiempo y no hay espacio. Podría venir un ATS de algún ambulatorio para curarme, pero no viene", dice. Juan no se quiere quejar, ni "cagarse en todo" para que le saquen de las urgencias y le trasladen a una planta del hospital. "Con todo lo que tiene puede ir a muchos servicios, pero se tiran la pelota unos a otros y el chico aquí sigue", denuncian los trabajadores del servicio.

Este joven, que a estos problemas añade su condición de toxicómano, pasó los diez primeros días en estas urgencias casi sin dormir porque "se olvidaron de darle su dosis de Rohipnol". "Aquí, uno entra sano y sale enfermo", lamenta. A pesar de todo, no se queja.

Un trabajador de este servicio comenta que los casos de estancias prolongadas suelen producirse de vez en cuando "sobre todo con ancianos en estado agónico que no tienen familia. Pero como mucho estan aquí cuatro o cinco días, casos como éste, yo no los recuerdo". Los servicios de urgencias de los grandes hospitales madrile¡íos suelen padecer colapsos, "por lo que la ocupación permanente de alguna cama puede complicar aún más las cosas".

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_