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El Dioni: "Tengo una oferta para trabajar de relaciones públicas en una empresa de seguridad"

Dionisio Rodríguez Martín, de 43 años, que, gracias a su golpe con el robo de un furgón blindado de la empresa de seguridad Candi, es conocido en toda España con el nombre de El Dioni, salió ayer en libertad provisional de la cárcel de Alcalá-Meco, a las cuatro de la tarde, afirmando que, más que un héroe, se sentía un ex presidiario. El Dioni, a quien esperaba casi un centenar de periodistas, aseguró que piensa colaborar con la policía para localizar a Celso Benavides, a quien, según él, entregó los 140 millones de pesetas que faltan por recuperar de un total de 298.

"Espero que aquí acabe, la aventura", dijo, aunque después, para engrosar el argumento de vodevil que parece rodear su vida desde que cogió el dinero y corrió hasta Brasil añadió que va a estudiar la propuesta de una empresa de seguridad que le ha ofrecido ser su relaciones públicas.La puesta en libertad de El Dioni se produce sólo cinco días después de que fuera condenado por la Audiencia Provincial de Madrid.

Según manifestó el abogado de El Dioni, Emilio Rodríguez Menéndez, su defendido fue puesto en libertad porque había cumplido la mitad de su condena, estipulada en tres años y cuatro meses, por el delito de apropiación indebida.

Cuando el delincuente, el más conocido desde la época de El Lute, conoció la noticia de su puesta en libertad se le pusieron los ojos como Ios faros de un Citroën", porque no esperaba la orden hasta dentro de un par de días.

La noticia le llegó al recluso cuando estaba efectuando un cara a cara con su novia, Carmen Martínez Raso, una trabajadora de una inmobiliaria de 33 años.

Hizo la maleta y, según el relato del ex agente de seguridad de Candi, antes de salir, los presos que le habían recibido con una samba le despidieron con lágrimas en los ojos.

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Después, en la enfermería y mientras sonaba en la radio la canción que le une con una monja de Alcalá-Meco llamada sor Paz, la cogió por la cintura y volvió a bailar con ella la canción Devórame otra vez.

Susana, la hija de su único matrimonio, que cuenta en la actualidad con 22 años y es madre de Iván, el nieto de Dionisio, se trasladó rápidamente a la prisión gracias al aviso que le llegó a través de un buscapersonas. Susana esperó a lo largo de cuatro horas hasta que se produjo la puesta en libertad, al igual que la novia de su padre que esperaba tras unas gafas tan oscuras como su pelo.

Rodríguez Menéndez dijo que los 140 millones que faltan del botín no serán devueltos -apesar de que la sentencia condena a restituir o, en su defecto, a indemnizar a las compañías aseguradoras el dinero sustraído-, ya que su defendido se ha declarado insolvente.

El abogado todavía añadió "A no ser que le toque la Primi tiva antes de 10 años, fecha en la que prescribe el delito, el diilero no será recuperado".

En medio de la excitación de la jornada, en medio del paisaje pelado de los alrededores de la prisión, el letrado felicitó a la sala por su profesionalidad y por haber llevado el proceso con rapidez, aunque reiteró que ha recurrido al Tribunal Supremo porque considera que su defendido, ha cometido hurto, y no apropiación indebida.

El Dioni, su novia, su hija y su abogado emprendieron una carrera en coche a toda velocidad hasta el despacho de Azca donde se encuentra el bufete del letrado, después de comparecer durante unos breves minutos ante los medios de comunicación que, subidos literalmente en un coche, intentaban averiguar cuáles serían los futuros planes del delincuente, que vestía sus tradicionales zapatos blancos y un jersey de marca color rojo pasión.

El Dioni no accedió sin embargo, a las peticiones de que se quitara las gafas de sol que ocultan su estrabismo. "Quiero estar con mi familia y con mis pobres viejitos, y sobre todo reposar, ya que llevo trabajando desde los 13 años".

Como una folclórica

Ahora deberá decidir sobre sus entrevistas en exclusiva, por las que, según algunos de sus allegados, ya está exigiendo cifras millonarias. Y como la vedette en la que se ha convertido, se dispondrá a escribir sus memorias, que van a ser "niuy, muy sinipáticas". En ellas recogerá sin duda el pensamiento que tuvo al apoderarse del blindado: "Cuando cerré la puerta del furgón, me santigüé y le dije a Dios: no te pido que me ayudes, pero tampoco me vayas a joder la marrana".

El Dioni vuelve a la libertad sin persecuciones, con un bronceado de patio de prisión, cuando han pasado casi tres años después de que huyera de España, valiéndose de un pasaporte falso, y se trasladara a Brasil. El ex vigilante jurado deberá comparecer los lunes ante la Sección Quinta de la Audiencia Provincial de Madrid.

"No lo volvería a hacer", dijo, después de asegurar que en cierta forma se alegra de haber dejado de ser un fugitivo.

Harto de comer caviar

Dionisio, Dioni, dijo ayer que había ciertas diferencias entre el que era antes del golpe y el que es hoy, cuando forma parte de las conversaciones de medio país y su fama está a punto de llevarle a convertirse en un delincuente que firma autográfos. "Soy menos prepotente al hablar y menos engreído, me he pulido algunos defectos, y ahora soy más humilde y natural", dijo.Su recién adquirida naturalidad no le aporta más credibilidad cuando dice que entregó 140 millones a un hombre "con carácter abierto" que conoció en una discoteca de Madrid. Su nueva humildad tampoco le impide aclarar que antes de viajar a Brasil a fundirse unos tres millones en fiestas, cirugía y mujeres "ya había tomado caviar iraní, salmón noruego y Dom Pérignon del 5T'.

Y es que, según explicó ayer, en su trabajo como guardaespaldas estuvo en uno de los hoteles más lu osos de Madrid con los grandes de la banca del mundo. No quiere ser considerado ni nuevo rico ni cutre, y no titubea "al alquilar un helicóptero, una avioneta, una limousine ni un descapotable".

Sobre su futuro, este hombre que se ha declarado insolvente sólo aporta un dato: quiere estar con su familia. La incógnita sobre lo que a partir de ahora va a ocurrir se resume en que éste puede ser el final, como él quiere, o también el principio, como esperan los que no renuncian al dinero desaparecido.

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