Los espadas encontraron al público injusto con ellos
Los tres espadas del festejo de Ayer coincidieron, en sus declaraciones posteriores a la Finalización del mismo, en criticar duramente al público, al que encontraron injusto con ellos durante toda la tarde. En sus palabras había desde la ironía de Ruiz Miguel a la decepción de El Fundi y a las pocas ganas de hablar de Manili.Ruiz Miguel, que ya se enfadó con la afición venteña por idénticos motivos en su primer compromiso de la feria, confiaba al inicio de la corrida en que hoy, con los miura, todo iba a cambiar, como decía en el túnel de cuadrillas breves momentos antes de hacer el paseíllo. Poco más de dos horas después afirmaba, también en este lugar, y en tono irónico: ."Estoy muy contento, muy contento..., conmigo, claro. ¿Con el público?. Igualmente, hombre, igualmente".
Ya en el hotel sus palabras adquirían un tono más-amargo: "Me jugué la vida con dos toros muy difíciles y en agradecimiento, lo único que escuchaba eran los pitos y los comentarios en contra mía desde los tendidos. Es que no te dejaban ni pensar delante del toro. Si te ponías cerca, malo; si te alejabas, malo; si te tropezaba la muleta, malo; y si movías los pies, peor".
Al diestro, que reconocía haber estado fatal con los aceros, lo que más le dolía era que las protestas se hubieran iniciado en el tendido siete, donde hasta ayer creía tener a sus aficionados más favorables desde que se presentó en Madrid.
Admitía que tal vez no le perdonen su reaparición: "Pero yo no he venido a quitarle la cartera a nadie, sino a jugañne la vida con las corridas duras. El que no quiera verme, que no acuda, pero si lo hace, que me respeten". Recobraba la ironía en su despedida: "Pues se pueden preparar para pitarme de nuevo, porque pienso seguir toreando en Las Ventas, que, pese a todo, sigue siendo mi plaza favorita".
El lote más peligroso
Para El Fundi su lote fue el más peligroso de una corrida difícil, por lo que únicamente pudo lucirse en banderillas, según expresaba, para añadir: "Pero mi decepción no es sólo por este detalle, sino porque aunque hubieran salido menos complicados tampoco nos habría servido a ninguno para triunfar, porque la gente no daba importancia a nada". En su opinión, el público se había mostrado duro con él, pero mucho más con sus compañeros.
Al abordar a Manill cuando, salía de la plaza, éste se limitaba a señalar con desgana: "Estoy enfadado, nos han tratado mal". En el hotel se cambió con rapidez y se marchó, por lo que era su hermano y mozo de espadas, Francisco. Ruiz, el que atendía el teléfono: "Tiene un cabreo enorme y lo poco que ha dicho en el coche en el camino hacia aquí es que había estado muy torero, tranquilo y con la muleti planchá con dos toros que se colaban sin que el público reaccionase positivamente ni una sóla vez".
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