Juan Pablo II defiende en Polonia que el Estado siga siendo confesional

Juan Pablo II defendió ayer la necesidad de la presencia de Dios en el Estado polaco futuro. El Papa, en su tercer día de estancia en Polonia, visitó la localidad de Lubaczow, donde entró en la polémica sobre el papel que la futura Constitución debe otorgar a la Iglesia polaca, aliada en tiempos pasados con las fuerzas democráticas y que ahora no quiere perder el protagonismo político de antaño, de la lucha contra el totalitarismo.

El Pontífice apostó por la necesidad de consenso entre los polacos, pero apostilló: "Muchísimos de nosotros nos sentiríamos a disgusto en un Estado de cuyas estructuras fuera alejado Dios, y esto bajo el pretexto de la neutralidad- ideológica". Con ello expresaba su sintonía con la postura sostenida por el Episcopado de Polonia. El presidente de los obispos, el cardenal Jozef Glemp, advirtió el pasado mes de mayo sobre los peligros de caer, en las relaciones Iglesia-Gobierno, "en los modelos de Occidente", o de aceptar "fórmulas aplicadas en la época del totalitarismo".El Episcopado polaco, en una de sus últimas actuaciones, ha mantenido una actitud opuesta a la celebración del referéndum sobre la ilegalización del aborto, que se practica en este país en porcentajes más elevados que sus vecinos europeos del Oeste. El Episcopado se ha mostrado reacio, asimismo, a que la futura Constitución, en fase de elaboración, contemple la separación entre la Iglesia y el Estado. Los prelados argumentan que tal formulación podría conducir a una política de ateización como la conocida en los tiempos de la dictadura.

Juan Pablo II reiteró ayer en Lubaczow, en el sureste de Polonia, junto a la frontera con la Unión Soviética, lo enunciado por sus compatriotas hermanos en el Episcopado. "El postulado de no admitir en modo alguno en la vida social o estatal la dimensión de la santidad, es el postulado de ateizar el Estado y la vida social, y tiene poco en común con la neutralidad ideológica", dijo el Papa ante numerosos peregrinos, muchos de los cuales se habían desplazado desde la URSS, país que Juan Pablo II -según palabras por él improvisadas ayer- espera visitar en un futuro próximo.

Sintonía con Walesa

Lo afirmado ayer por el Pontífice coincide con las palabras con que el pasado sábado recibió al Papa el presidente de Polonia, Lech Walesa. El ex dirigente de Solidaridad destacó la necesidad de una estrecha colaboración entre el Estado y la Iglesia para el futuro de Polonia, un acuerdo que, según Walesa, no puede olvidar las raíces de tradición católica que tiene el país. El Papa, que centró su homilía precisamente sobre esa futura relación, atacó el consumismo. Por ello quiso poner en guardia a la sociedad y al Gobierno polaco sobre los peligros que puede llevar consigo la actual reforma económica, de corte neoliberal que, según el Papa, debe ir acompañada de medidas sociales.En ese proceso de reforma, Juan Pablo II quiso también expresar su preocupación sobre la crisis moral que, a su juicio, azota el país. Lo hizo por la tarde en Kielce, donde destacó la necesidad de "fortalecer a la familia polaca".