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Walesa pide al Papa que ayude "a la purificación" moral de Polonia

Francesc Valls

El presidente de Polonia, Lech Walesa, pidió ayer ayuda a Juan Pablo II para llevar adelante "el proceso de purificación" moral del país, basado en una democracia que tenga en cuenta el ancestral afecto por la tradición católica". Con estas palabras recibio el que fuera líder de Solidaridad a su compatriota el Papa, que ayer comenzó en Koszalin la cuarta visita a su país natal, primera, sin embargo, que efectúa bajo el mandato de un presidente no comunista.

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Un país fiel, pero menos que antes

La recepción no pudo ser más calurosa, a pesar del día lluvioso y frío en esa ciudad cercana al Báltico. "Usted es el símbolo del espíritu de esta nación", dijo Walesa, quien expresó al Pontífice su profunda gratitud como presidente por "su parte en la creación de ese bien que lleva el nombre de Polonia". Si el Papa atribuyó el pasado mes de mayo en Fátima (Portugal) los cambios del Este a la intercesión de la Virgen, ayer Walesa se los agradeció a Juan Pablo II en lo tocante al país común: "Sin su trabajo y plegarla no habría habido Solidaridad, no habría habido agosto polaco [mes de 1980 en que se creó el citado sindicato], ni victoria de la libertad".Las frases de acatamiento -tales como "las llaves de nuestra patria están en sus manos"- dieron paso en el discurso de Walesa a su visión de la democracia polaca. Un punto de vista muy coincidente por el expresado por el Papa en diversas ocasiones, la más reciente de las cuales ha sido su última encíclica Centesimus annus. Así, el presidente polaco señaló que en estos momentos su país está construyendo la democracia y una economía sana, y que desea buenas relaciones con sus vecinos en el camino hacia Europa. "Pero no renunciaremos a esos valores que constituyen nuestra identidad nacional: nuestro afecto por la fe cristiana y la tradición católica", resaltó Walesa, quien solicitó el concurso de la Iglesia para esa tarea de construcción.

El hombre nuevo

Esa colaboración se debe plasmar en la búsqueda de un hombre nuevo, ya que, como dijo el presidente de Polonia, este país debe superar "no sólo la crisis económica y política, sino también la moral". Y ello no es fácil en una nación de unos 38 millones de habitantes en la que el número de abortos -figura legal que se intentó hacer desaparecer hace unas semanas en el Parlamento- ronda el medio millón anual. "Es en esa esfera [la de la moral] donde trabajando juntos podemos alcanzar grandes logros", recalcó Walesa.Y esa visión expuesta por el presidente polaco en la mañana de ayer fue matizada por el Papa por la tarde, durante una homilía. El Pontífice destacó que "sin Dios sólo quedarán las ruinas de la humanidad". Tras citar uno por uno los diez mandamientos ante los fieles congregados, Karol Wojtyla sentenció: "De esas simples palabras depende el futuro del hombre y de su comunidad, el futuro de la nación, del Estado, de Europa y del mundo".

Fronteras soviéticas

Con estas coincidencias comenzó esta visita de Juan Pablo II a Polonia, que le llevará, desde ayer y hasta el próximo domingo 9 de junio, hasta las fronteras con la Unión Soviética. Ésta es la ocasión en que el Pontífice llegará más cerca de la URSS, en la zona de Polonia fronteriza con las repúblicas soviéticas de Ucrania, Bielorrusia y Lituania. De todas ellas se espera una notable afluencia de peregrinos a los actos que presidirá el Papa.La visita tiene como objetivo, a juicio de algunos observadores, la búsqueda de la concordia y la reconciliación en Polonia, un país que cuenta con diversas minorías étnicas y nacionales. Durante su visita de ayer a Koszalin, el Papa buscó la concordia con los alemanes. Sin embargo, la etapa que más expectación ha levantado es la que le llevará a las fronteras con la república soviética de Ucrania.

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