La ley de la favela
Si a alguien que no conoce la música trash le dicen que uno de sus máximos valedores a nivel internacional es el grupo Sepultura, de Brasil, lo más fácil es que ambos atributos, nombre y origen, se le antojasen como poco menos que contrapuestos.El trash-metal es un estilo sorprendente. Cada tema se compone de partes rítmicas muy diferenciadas. Por momentos, todo es punki: bajo, guitarra y batería funcionan cabalgando a mil por hora sobre una única tonalidad. De repente, parón, y fraseo a varias cuerdas -que no punteo- complejo, vertiginoso y muy breve. Y vuelta a galopar. En esta música, aceleración y freno no resultan progresivos sino traumáticos. El trash practicado por el grupo Sepultura es modélico. Andreas Kisser, a la guitarra, comprime y miniaturiza aquello que de manierista tiene el heavy rock. La voz impreca, mas que cantar. Es grave, gruesa, atonal.
Sepultura
Max Cavalera (voz y guitarra),Andreas Kisser (guitarra), Paulo Jr. (bajo), Igor Cavalera (batería). Sala Canciller. Aforo: 800 personas. Entrada: 2.300 pesetas. Madrid, 29 de mayo.
En una entrevista realizada para la prensa londinense, Sepultura explica que una metrópolis como Sáo Paulo es semejante a Nueva York, dura, radical y fuerte. Según el cantante Max Cavalera, la música dura está hecha para las personas que llevan una vida callejera dura, como es el caso de la mayoría de los brasileños. Ahí radica la popularidad de estilos como el trash y el hardcore en Brasil.
En Madrid, Sepultura ofreció un concierto magnífico. La compenetración entre los músicos y el buen sonido lograron provocar el auténtico paroxismo de algunos seguidores.
Babelia
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.