"Ni siquiera la amenaza integrista en Túnez nos hará cambiar"
El presidente de la República de Túnez, Zin el Abidin Ben Alí, es un hombre sencillo, que se siente absolutamente comprometido con el futuro democrático de su país y que asegura con rotundidad que ni siquiera la amenaza del integrismo les hará cambiar. Las palabras del presidente, tunecino, pronunciadas en el palacio de Cartago, son las bases de un proyecto político en el que se encuentra empeñado desde 1987, fecha en la que jubiló y sucedió a Habib Burguiba. Pero esta confesión democrática es, al mismo tiempo, una res puesta directa al compló urdido por el movimiento integrista En-Nahdha y un grupo de militares que acaba de ser desarticulado por la policía.
El presidente Zin el Abidin Ben Alí aparece hoy tranquilo, así lo demuestra el hecho de que no haya suspendido esta entrevista, ni sus actividades oficiales o su inminente viaje a Madrid. "Conocí España, durante la época en la que estuve en la Embajada de Rabat y me gustó mucho", ha asegurado al final de la conversación, mientras me extendía la mano. Entonces he descubierto que Zin Ben Alí, a sus 54 años, es al natural mucho más joven, menos hierático y bastante más afable que en los retratos oficiales.Pregunta. El próximo noviembre cumplirá el cuarto año en la presidencia de la República de Túnez. ¿Cuál es su balance?
Respuesta. Hemos escogido la democracia. Así lo dijimos en nuestra primera declaración del 7 de noviembre de 1987. Las aspiraciones profundas de los tunecinos, en su búsqueda de la dignidad y de la libertad, no pueden ser satisfechas más que con la instauración de un régimen democrático. Creemos que sólo la democracia responde a esa necesidad de justicia, enraizada en el ser humano. Esta fe inquebrantable en la democracia nos ha dado la fuerza para abordar y realizar importantes logros. En la política hemos adoptado numerosas medidas para garantizar la dignidad y la libertad de los ciudadanos. El pluralismo se ha convertido en un hecho. Al lado de nuestro partido, el RCD, otras seis formaciones animan y enriquecen la vida política, convirtiendo la concertación y el diálogo en pilares de nuestra Administración. Hemos conseguido que Túnez recupere la credibilidad internacional y disipado los temores de los inversores.
La difícil democratización
P. Se dice que el proceso de democratización de Túnez, iniciado el 7 de noviembre de 1987, con la jubilación de Burguiba, está casi paralizado. ¿Por qué?
R. No hay parálisis ni bjoqueo. Si la democracia fuera cuestión de leyes y de decisiones habría sido instaurada completamente pocos meses después del cambio. Pero la democracia es también ética, mentalidad y práctica cotidiana. Requiere un largo aprendizaje. La democratización es un proyecto demasiado serio para hacerlo de forma precipitada. No se trata de traspasar o copiar lo que han hecho otros. Es muy fácil pero poco responsable. El pueblo tunecino se ha forjado a lo largo de su historia de características y personalidades propias. Para que las estructuras democráticas que elijamos sean viables y funcionen de forma satisfactoria, es necesario que estén adaptadas a estas especificidades y sería imprudente, incluso peligroso, ignorarlas. Incluso la amenaza integrista no nos hará cambiar. Los extremismos religiosos intentan aprovechar la libertad de acción que ofrece un régimen democrático para boicotear este mismo sistema. Esta es una de las paradojas de la democracia. Pero no nos dejaremos acorralar por esta paradoja.
P. Desde hace algunos meses se ha establecido un diálogo con la oposición, ¿ello significa que se va a relanzar el pacto nacional firmado en 1988 con todos los partidos políticos?
R. El pacto nacional nunca ha caducado. Es una de las piedras angulares del edificio democrático que construimos. En los países de larga tradición democrática existen unos valores comunes básicos: libertades individuales, régimen representativo... Nadie se atreve a ponerlos en tela de juicio. Son aceptados y respetados a través de una especie de acuerdo tácito. Pero nosotros hemos preferido explicitarlos y convertirlos en un compromiso claro, para salvaguardar así un conjunto de logros preciosos: régimen republicano, libertades fundamentales, un código que garantice a la mujer todos sus derechos e igualdades con respecto a sus conciudadanos. El pacto nacional es un consenso sobre los valores democráticos, en los que creemos firmemente. ¿No ha tenido necesidad España, en un momento importante de su historia reciente, de articular un pacto nacional para asegurarse una transición sin sobresaltos hacia la democracia?
P. Determinados sectores de la oposición legal opinan que se hace obligatoria la legalización del partido islamista En-Nahdha y el del ex ministro Ahmed Ben Salah, el MUP (Movimiento de la Unidad Popular), entre otros.
R. Ninguno de los partidos que menciona pueden invocar la ley o la Constitución para reclamar su legalización. Al contrario, no han sido legalizados en base a estas leyes. Porque está claro y probado que el movimiento En-Nahdha tiene una naturaleza religiosa y subversiva. La Constitución y la ley sobre partidos políticos prohiben hacer discriminaciones con respecto a la raza, la opinión, la religión o el sexo. Los métodos de este movimiento, sus prácticas y sus objetivos están en contradicción con nuestros textos fundamentales e incluso con la naturaleza de nuestra sociedad, con el espíritu de nuestras instituciones republicanas y nuestro Estado.
El compló integrista, recientemente desarticulado, demuestra con claridad y firmeza la naturaleza violenta y terrorista del mo
"Ni siquiera la amenaza integrista en Túnez nos hará cambiar"
vimiento En-Nahdha. En cuanto a la pretensión de Ben Salah de tener un partido la ley es clara, ya que prohíbe la constitución de un partido que tome programas y objetivos de otro ya existente, en este caso del Partido de Unidad Popular.P. En los últimos informes de Amnistía Internacional se denuncian supuestos casos de tortura en Túnez. ¿Qué medidas ha adoptado la Administración para verificar y corregir estos pretendidos abusos?
R. Creemos profundamente en el carácter sagrado de los derechos humanos. Desde el 7 de noviembre, lo hemos afirmado en numerosas ocasiones. Hay que recordar que Túnez ratificó en 1988, y sin reservas, la convención internacional contra la tortura. Hemos respondido al informe de Amnistía Internacional, rechazando punto por punto sus alegaciones. Aparte de tres casos, cuyos responsables han sido enjuiciados y sancionados, sus acusaciones carecen de fundamento.
El partido gubernamental
P. La renovación del partido gubernamental RCD es una cuestión que aún está pendiente. La oposición lo ha pedido en numerosas ocasiones. ¿Cuándo se va a llevar a término y ello significará que el presidente del país dejará de ser el responsable del partido?
R. En las vísperas del 7 de noviembre, Túnez se encontraba en un callejón sin salida político, que amenazaba al futuro del país. El inmovilismo que había afectado durante muchos años al partido, lo había desnaturalizado y contaminado la vida nacional. El partido había perdido sus puntos de referencia y sus militantes la iniciativa. Se había convertido en una estructura a remolque de los acontecimientos y en una vía abierta hacia el oportunismo. Ante esta situación y respondiendo al llamamiento de deber nacional hemos emprendido, desde el 7 de noviembre, su reforma. Tras haber escogido la opción irreversible de la democracia, nos hemos empeñado a continuación en la reestructuración de las bases militantes del partido, en la reorganización de su programa, de sus métodos de trabajo y su discurso político. Con la celebración del congreso de salvación de julio de 1988, el RCD ha acabado la organización de sus estructuras de sus instancias dirigentes. Con la fuerza de estos logros históricos, con las reformas que realizamos y con la inyección de sangre nueva, conseguida tras la incorporación de jóvenes intelectuales, universitarios y otros, la RCD consiguió ganar, con facilidad, las elecciones legislativas y después las municipales.
Por otra parte, quisiera precisar que la presidencia de la república no está en contradicción con la presidencia de un partido político, el hecho de que presida el RCD no impide que cemo jefe de Estado haga participar todas las energías necesarias y competentes en las cargas del poder, cuando el interés del Estado y de la patria lo exijan, sin tener en cuenta su adscripción política. En este sentido, velo para que se cumplan las garantías de la Constitución y la neutradad de la Administración. Subrayo además que el jefe de Estado en nuestro país es al mismo tiempo presidente de todos los tunecinos y que en esta línea trata por igual a todos los partidos.
P. La crisis económica surgida como consecuencia de la guerra del Golfo ha afectado duramente a Túnez. ¿Cuál es su diagnóstico?
R. La crisis del Golfo se va a traducir en 1991 en una disminución de las entradas de divisas, de un 15%, principalmente provenientes del turismo y en un aumento del déficit exterior, como consecuencia de la baja de capitales provenientes del Golfo.
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