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"Lloré como nunca durante mi faena grande"

El colombiano César Rincón comenzaba a sacudirse la emoción y las lágrimas, producto de su tarde triunfal, cuando llegó al hotel, como reconocía: "Jamás me había ocurrido, pero era tal la felicidad y emoción que sentí al escuchar los olés y acordarme de mi madre y mi hermana, ya en el cielo, desde donde me ayudaron, que rompí a llorar como nunca en mi vida durante mi faena grande y ya casi no me enteré de nada".Rincón, al que aún le parecía imposible haber logrado algo que jamás alcanzó ningún diestro colombiano, salir a hombros de Las Ventas, dedicaba su éxito a los dos periodistas de su país liberados ayer mismo por la guerrilla: "Así es una jornada grande para mí y para Colombia, tan necesitada de alegrías".

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Calificaba de magnífico al toro de su triunfo, aunque no por ello se quitó méritos: "Era bravo, y por ello había que poderle en el platillo de la plaza, tragarse sus fuertes embestidas y llevarlo muy largo. Creo que lo conseguí". Precisamente añadía que lo mató en la suerte de recibir para sumar méritos: "Sabía que era mi hora mágica y que no iba a fallar como en el anterior".

Durante el trayecto al hotel no pudo ni cruzar palabra con su hermano y mozo de espadas, Luis Carlos, porque seguía llorando, al igual que éste. Allí empezaban a llegar las visitas, entre ellas la del ministro de Deportes de Colombia, Miguel Ángel Bermúdez, que se había desplazado desde su país. También le felicitó el teniente de alcalde de La Coruña, Eduardo Blanco, al que brindó el toro "porque se lo merecía, por construir una plaza de toros en su ciudad", afirmaba RIncón.

Torear con Espartaco

Con respecto a haber aceptado la sustitución de Fernando Lozano en la corrida de hoy, explicaba que no era una medida valiente, sino una obligación ante sí mismo y ante el público de Madrid, al que calificaba como el mejor del mundo. "Podía rehuir s este compromiso", argumentaba, "pero voy a aprovechar mi momento y pienso repetir otra actuación similar". Indicaba que era un reto hacer el paseíllo con Espartaco, aunque advertía: "Ya he toreado con él y con el resto de las figuras españolas en mi tierra y sin desmerecer".

Curro Vázquez mostraba su decepción con el juego que dio en la muleta el cuarto toro, que brindó al público: "Lo hice porque pensé que tenía faena, pero nos engañó a todos y confirmó un par de cosas raras que ya apuntó durante el tercio de banderillas y en el quite que le intentó Armillita". Descartaba que el toro le hubiera podido a él: "Qué va, qué va, si se quedó pegando arreones y cabezeando. O sea, imposible".

Creía haber mantenido un buen nivel en el resto de su actuación y destacaba las verónicas y la media a ese cuarto toro y el buen comportamiento del público con él, "con una muy pequeña y minoritaria excepción concluía.

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