Un negocio con poco misterio
Unos 400 comercios rodean el santuario de Fátima
A 10 kilómetros de Fátima (Portugal), en el ascenso a la sierra de Santa Catalina, un cartel advierte: "Peregrino, prepara en silencio tu entrada en el santuario, faltan 10 kilómetros". En ese tramo se produce un auténtico asalto de vendedores ambulantes: camisetas, helados, bebidas. Cuando se alcanza a ver el núcleo urbano queda aún por atravesar una jungla de 400 comercios, la mayoría de recuerdos. Luego, por fin, el santuario de Cova da Iria, donde en 1917 la Virgen explicó a tres pastorcillos -Jacinto, Francisco y Lucía- tres misterios, el último de los cuales permanece sin desvelar.
Alrededor de la fecha del 13 de mayo -la primera aparición fue ese día de 1917-, la pequeña población de Fátima (unos 7.000 habitantes) aumenta en progresión geométrica. Este año, con motivo de la visita del Papa, se ha llegado casi al millón de visitantes. Sin embargo, ya es habitual que en esa jornada acudan millares a lo que los propios peregrinos denominan "pagar promesas": parejas eslériles, maridos con cáncer. O, como María, para dar gracias cada año desde hace 10 por la curación de un hijo.La mayoría de peregrinos duerme a la intemperie o en tiendas de campaña. Muchos de los hoteles están repletos de visitantes extranjeros. Un salario mínimo de alrededor de 30.000 pesetas, como cobran muchos portugueses, no permite una noche en el Hotel Católica -unas 5.300 pesetas- o en habitaciones a unas 3.000 pesetas por día. La visita realizada por el Papa la pasada semana ha hecho subir los precios de los espontáneos de la hostelería.
Fátima, a ojos de turista comunitario, no es un negocio. Los peregrinos llegan por centenares de Aveiro, Coimbra o Vizeu. El desembolso que hacen puede ser de algo más de un centenar de pesetas por persona: los 30 escudos (21 pesetas) que cuesta una vela, un abanico de ofertas de rosarios -desde los 100 escudos- o las 70 pesetas de un pequeño plato en el que se ven los tres pastorcillos, el santuario y la Virgen entre nubes con la leyenda: "En Fátima recé por ti".
La industria de recuerdos se sostiene gracias a los extranjeros. La producción de imágenes de la Virgen se centra en cinco factorías próximas al santuario. Farup, la mayor de esas firmas, vende más del 60% de las imágenes al extranjero. Sus precios oscilan desde pocos centenares de escudos a las 18.000 pesetas que cuesta una figura de 80 centímetros con incrustaciones de oro de 23 quilates.
Sin ostentación
Pero el peregrino portugués huye de esa ostentación. Y una vez llegado al santuario prefiere recorrer los dos kilórnetros que le separan de Aljustrel para ver la patria chica de los pastorcillos. Al fondo del huerto de la casa de Lucía -la única superviviente del grupo de videntes- se encuentra el pozo ante el que la aglomeración guarda paciente cola para beber su agua. Un vaso de duralex distribuye el líquido. Ahí se produjo una de las tres apariciones, la segunda, del ángel.Muchos colocan el agua en botellas que bendecirá el sacerdote tras el rezo del rosario. Otro manantial, éste con propiedades curativas, aseguran, se encuentra en el centro de la explanada de acceso al santuario. Sobre el pozo se yergue una imagen del Sagrado Corazón. A una decena de metros, un largo pasillo de mármol -de varios centenares de metros- es transitado por muchos pereginos de rodillas. Los más precavidos se colocan rodilleras de piel, de fabricación casera, para recorrerlo.
Otros llegan con las rodillas convertídas en una auténtica llaga al final del trayecto. En torno a la capilla de las apariciones, donde se encontraba la encina sobre la que se apareció la Virgen, los más pobres aligeran, aún más, sus bolsillos. Allí se encuentra la imagen de la aparecida.
En el mismo recinto del santuarlo, en el centro pastoral Pablo VI, y en cuatro proyecciones se puede asistir a "la mayor realización en filme de la historía de las apariciones de Fátima". Se trata de una producción pagada por un hombre de negocios francés, Maurice Mapeau, en el que su hija hace el papel de una de las videntes, Jacinta.
Quien prefiera elementos más tangibles puede visitar el museo de Cera o el museo Vivo. En el segundo, por 350, elementos de las apariciones de 1917, en las que la Virgen anunció a los niños la inminente muerte de clos de ellos; la necesidad de que Rusia se convirtiera y un tercer mensaje que permanece guardado en los archivos vaticanos.
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