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La rebelión de los estudiantes acorrala al Gobierno surcoreano

El movimiento estudiantil ha vuelto a colocar de nuevo al Gobierno surcoreano entre la espada y la pared. La muerte de un joven universitario de 20 años el pasado 26 de abril, apaleado brutalmente por cinco policías de paisano, ha puesto en pie de guerra a los estudiantes, que desde hace tres semanas piden la dimisión del presidente, Roh Tae Woo, y de todo su Gabinete. La rebelión, iniciada en Seúl, se extiende ya por todo el país.

Roh Tae Woo afronta estos días la crisis política más grave desde que asumió la jefatura del Estado, en febrero de 1988, tras vencer dos meses antes en unas controvertidas elecciones directas que pusieron fin a los siete años de dictadura del general Chun Doo Hwan. El martes, cerca de 80.000 jóvenes inundaron las calles de la capital, Seúl, portando el féretro de Kang Kyong Dae, un alumno de la Universidad de Myongji que murió hace tres semanas después de ser salvajemente golpeado con barras de hierro por cinco agentes de paisano cuando trataba de huir durante una manifestación en el campus. Veinte mil policías impidieron con cargas y bombas lacrimógenas que los manifestantes, entre los que se encontraba la madre de la víctima, llegaran hasta la céntrica plaza donde se halla el Ayuntamiento. El cadáver fue trasladado a un hospital en espera de que las autoridades accedan a la petición de celebrar una ceremonia fúnebre delante del edificio de la corporación municipal. En Pusan, segunda ciudad del país, Kwangju, escenario de una sangrienta insurrección popular hace ahora casi 11 años, y en otras poblaciones se han registrado en los últimos días incidentes callejeros.

Asalto al Partido Liberal

El lunes, en Seúl, un grupo de estudiantes bien trajeados se infiltró en la sede nacional del gobernante Partido Liberal Demócrata y ocupó durante algunas horas varias oficinas sembrando el pánico. Hace una semana, 200.000 se manifestaron por el centro de Seúl pidiendo la dimisión de Roh y de su Gobierno. Cinco jóvenes se han suicidado inmolándose para protestar por la muerte de su compañero.El presidente destituyó, días atrás, al ministro del Interior, y prometió que los cinco presuntos responsables del crimen serán procesados. Asimismo, el Ministerio de Justicia, en un gesto destinado a calmar los ánimos, tiene ya preparada una amnistía para casi un centenar de presos políticos y la reducción de pena para otros, entre ellos la joven Im Sukyong, que fue condenada a cinco años de cárcel por asistir, en el verano de 1989, a un festival de la juventud celebrado en la vecina y comunista Corea del Norte.

Sin embargo, no parece que todo ello baste para tranquilizar a los universitarios, que siempre han sido considerados como la conciencia nacional del país y que fueron el motor que impulsó hace cuatro años la caída de la dictadura y la reforma democrática.

El movimiento estudiantil pide la cabeza de Roh Tae Woo, algo que por el momento no parece probable, aunque no imposible, dependiendo de que la protesta se extienda a otros sectores de la población; la dimisión del primer ministro, Ro Jai-bong (a quien el presidente reiteró ayer su confianza), y el desmantelamiento del aparato policial represivo, especialmente los agentes de paisano.

La situación para el propio Roh Tae Woo no resulta tranquilizadora, porque los disturbios han causado una seria fractura dentro de su propio partido entre los que sostienen que hay que incrementar las medidas de orden público y los que opinan que el presidente debe adoptar posturas más dialogantes. Roh, un ex militar que colaboró con la dictadura de Chun, es un político pragmático. Ha realizado el proceso de reforma democrática e impulsado la internacionalización del país. Su mandato concluye en febrero de 1993, y, según la Constitución, no puede ser reelegido.

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