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RELEVO EN MATIGNON

Con la vista en el Elíseo

Michel Rocard vuelve a ser alcalde de Coflans y eterno aspirante a la presidencia de la República Francesa. Sin embargo, su estancia de tres años en el Hotel Matignon, sede del Gobierno, no habrá sido en vano. Rocard, afirmó ayer su fiel compañero Yves Colmou, "ha aprendido que la línea recta no es siempre el camino más corto para ir de un punto a otro". Dicho de otro modo, a la vera de François Mitterrand, Rocard se ha convertido en un político.En marzo de 1990, Mitterrand confesó a Serge July, director del periódico Libération, que Rocard tenía "muchas posibilidades" de ser el candidato socialista a la próxima elección presidencial. Pero añadió: "Siempre y cuando consiga llevar a buen puerto su misión al frente del Gobierno".

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¿Ha satisfecho Rocard el deseo mitterrandiano de terminar sin problemas su tarea gubernamental? La respuesta de los numerosos enemigos de Rocard en el seno del Partido Socialista (PS) francés era ayer negativa. Rocard, subrayaban fuentes socialistas, no ha podido llegar al frente del Ejecutivo a las próximas citas electorales: las regionales de 1992 y las legislativas de 1993. La respuesta de los proximos a Rocard era que sí, que su líder lo ha hecho de modo sobresaliente. Rocard, afirmaban los suyos, ha probado que es capaz de gobernar, y para él eso era lo importante. De ahí procede la extraña serenidad que en los últimos tiempos, ayer mismo, mostraba este protestante puritano cuya única droga es el trabajo.De Rocard se ha dicho que nació cen un cuarto de hora de retraso y que desde entonces corre por atrapar- el tiempo perdido. A diferencia del paciente Mitterrand, Rocard es -quizás era- un hombre comido por las prisas, sobre todo por llegar al Elíseo, sede de la presidencla. Desde su juventud, él se: considera el hombre escogido por el destino para modernizar Francia.

Oposición a todos

Esa prisa le llevó, en los años setenta a oponerse a Mitterrand en el sen o del movimiento socialista, al fundar su propio partido, el PSU (Partido Socialista Unificado). El viejo zorro no se lo ha perdonado. Tampoco el grueso de los dirigentes y militantes del PS.Mitterrand y Rocard forman una extraña pareja. La guerra en campo abierto entre ambos terminó hace tiempo pero hubo un vencedor, Mitterrand, y un vencido, Rocard. "Ajusté mis cuentas con Rocard en 1981 ", suele decir Mitterrand. O sea, durante su victoriosa campana presidencial, cuando Rocard hizo acto de sumisión al que pronto empezaría a ser llamado Dios.

Tras humillarle durante su primer septenato en el Elíseo, Mitterrand nombró a Rocard primer ministro al poco de su reelección en 1988. No tenía otra alternativa. Rocard encarnaba mejor que nadie el espíritu de apertura que el presidente había ofrecido a sus compatriotas. Ambos representan dos diferentes modelos de izquierda. El presidente todavía sueña con un socialismo que reduzca las desigualdades y marginaciones. El ex primer ministro busca sobre todo modemizar la sociedad y culminar la reconciliación de los socialistas con la economía de mercado. Mitterrand cree en el Estado como motor para transformar la sociedad; Rocard cree que la sociedad civil debe tener la primacía.

A los tres años de cohabitación, Mitterrand sigue pensando que Rocard no llega a comunicar bien sus ideas y no entiende nada de política exterior. Pero reconoce que puede ser leal y, competente.

Rocard abandona Matigrion con una fascinación creciente por quien en los últimos tiempos llamaba con respeto "el patrón". Ha aprendido de Mitterrand a ser más paciente, más desconfiado, más silencioso. Se ha mitterranizado.

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