La Telefónica, ET y yo
Estoy asistiendo atónito al estado de indefensión en que nos encontramos los ciudadanos españoles ante las arbitrariedades a que nos están sometiendo desde la Administración del Estado, poderes públicos, empresas monopolistas que prestan ¿servicios? a la sociedad, etcétera.Sirva como ejemplo reciente la subida de las tarifas telefónicas interurbanas y las explicaciones dadas a través de los medios de comunicación por el señor ministro Borrell, tales como homologar precios con Europa o que el peso del coste, en dos tercios, lo soportarán las empresas.
Ante estos argumentos, expuestos por un ministro de Telecomunicaciones socialista, con unos antecedentes poco plausible como secretario de Hacienda, en este momento se rne ocurre, como ciudadano de a pie, preguntar al señor Borrell: ¿los ingresos de una familia media española son equiparables a los de una alemana, holandesa, etcétera?
¿El daño que se le hace a un usuario particular subiendo las tarifas telefónicas el ciento por ciento es el mismo que se le puede hacer a una empresa? El obrero no dispone de los mecanismos de defensa que una empresa puede poner en marcha, de los que, entre otros, citaría el de subir los precios al consumidor, ése mismo que pagará el doble cuando llamé al médico, a un amigo, a un familiar, etcétera.
¿No será que en el trasfondo de esta subida salvaje en 1991 está el que los ciudadanos vamos a subvencionar las infraestructuras necesarias a realizar en comunicaciones con vistas a los Juegos Olímpicos de Barcelona, Expo de Sevilla y Madrid, capital cultural europea? Un enfoque ideológico socialista sería el de repartir menos dividendos a los accionistas de Telefónica. Apelando a la ciudadanía para que solidariamente nos diésemos de baja como abonados de esta empresa de utilidad pública.-
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