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Deontologías

Juan José Millás

Los farmacéuticos se están haciendo a sí mismos, si no han acabado ya, un código deontológico, o sea, un tratado de sus deberes, una especie de guía espiritual que deberán consultar cada vez que en el ejercicio de su profesión les surja alguna duda. Y es que hay oficios, actividades comerciales o negocios tan relacionados con la moral que al menor resbalón te juegas la vida eterna. ¿Cómo saber si uno peca cuando vende un sonajero a alguien que quizá vaya a utilizarlo para unos fines distintos para los que ha sido concebido? ¿Se debe administrar un humidificador a un sujeto que quizá lo emplee para inhalar vahos de hachís o láudano? ¿Es moralmente condenable expender productos contra la caspa que quizá no sean utilizados en el pelo de la cabeza? ¿Productos de belleza fabricados con fetos, en el mejor caso de animales, a los que no se les ha dado la oportunidad de nacer? Eso por no hablar de los cepillos de dientes, que han comenzado a ser utilizados ya para el disfrute de determinadas prácticas sexuales muy alejadas de las recomendaciones de la Iglesia. ¿Qué hacer cuando un sujeto con cara de vicioso solicita un cepillo de cerda dura? ¿Y si un tipo con rostro de pirómano pide fósforo? ¿Cómo averiguar si lo va a emplear para incendiar la memoria o para prender fuego a un coche?No es envidiable, no, pertenecer a una de esas profesiones a las que el ordenamiento jurídico se les queda pequeño. Y aún hay quien piensa -los tostones de siempre- que bajo esta clase de códigos se esconde un utilitarismo moral de oscuras intenciones, como si los farmacéuticos estuvieran confundiendo la deontología con el deontologismo, que viene a ser como identificar la libertad con el libertinaje.

Y es que, a veces, bajo la rigidez externa se ocultan los temperamentos más transgresores.

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Sobre la firma

Juan José Millás
Escritor y periodista (1946). Su obra, traducida a 25 idiomas, ha obtenido, entre otros, el Premio Nadal, el Planeta y el Nacional de Narrativa, además del Miguel Delibes de periodismo. Destacan sus novelas El desorden de tu nombre, El mundo o Que nadie duerma. Colaborador de diversos medios escritos y del programa A vivir, de la Cadena SER.

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