El Beirut español

Valencia ha conservado hasta nuestros días un casco histórico extenso y homogéneo. Pero la situación de los diferentes barrios que lo integran ha ido degradándose progresivamente en los últimos años, con pérdida de población, casas abandonadas, carencia de servicios, suciedad, etcétera. Nadie ha tomado suficientemente en serio la situación; es más, de un tiempo a esta parte se ha levantado la veda para los derribos, aumentando éstos a tal velocidad que dentro de poco nada quedará por conservar.En unos meses han perdido su unidad las plazas del Negrito, San Vicente Ferrer, Fueros, San Nicolás, Arzobispo, Almoina, Viciana, Comunión de San Juan y la Reina. Añadamos los derribos de casi manzanas enteras en la Carme y Velluters, y calles de Tapinería, Quart, Valldigna, Linterna, el Tossal, etcétera.

En este Beirut español, las intervenciones urbanísticas son propias del desarrollismo de los sesenta e incluyen ampliaciones de calles, demoliciones y plazas entendidas exclusivamente como aparcamiento.

Al mismo tiempo se permiten edificios con ventanas abiertas, techos levantados, boquetes en suelos y paredes y balcones desfondados para que el viento y la lluvia ayuden a la declaración de ruina. Todo cae: fachadas del siglo XVIII y XIX, Clutat Vella y ensanches; incluso edificios históricos como el Centenar de la Ploma.

Creo que en los años noventa, teniendo presentes los ejemplos de destrucción ocurridos en casi todas las ciudades españolas, es de ciegos continuar por ahí. Es necesario un proyecto político para recuperar este patrimonio colectivo, y no apelo a criterios puramente históricos, sino también económicos. La rehabilitación puede ser rentable, sobre todo ante la crisis actual del modelo turístico. España ya no es el país barato en vías de desarrollo. Lo único que queda es ofrecer calidad, y para ello, la conservación de conjuntos históricos y naturales es imprescindible.-