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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Gas y chapuza

LOS ESFUERZOS públicos encaminados a la modernización de España sufren a veces tropiezos que pueden llegar a mermar la convicción ciudadana de que realmente este país está superando los lastres atávicos. La paulatina introducción del gas natural para consumo urbano es una de estas apuestas. No cabe discusión sobre su necesidad. Sin embargo, el proceso de instalación en Madrid y de inspección en Barcelona, ciudad que tiene ya completada su red, se ve ensombrecido por la chapuza, que en algunos pocos casos ha tenido la trágica consecuencia del accidente mortal.Tras la penosa racha de explosiones que vivió Barcelona hace cinco meses, la compañía gasificadora ha iniciado la revisión de 300 puntos considerados peligrosos en las conducciones generales. Son puntos donde las cañerías del gas están en una peligrosa proximidad con las de otros suministros como el de electricidad. Esta vecindad entre conducciones fue precisamente la causa de una explosión mortal en L'Hospitalet. ¿Por qué en su día no se respetaron, por parte de quien sea, las distancias reglamentarlas si cabía el peligro, tristemente confirmado, de un accidente?

En Madrid, la lógica incomodidad de los cambios domésticos en las instalaciones se ve agravada por la exasperante lentitud en los mismos. Hace dos años se declaró una auténtica guerra del gas que condujo a una serie de pactos entre la empresa, las asociaciones de vecinos y las autoridades de la Comunidad en el sentido, por ejemplo, de subvencionar el coste de las obras a realizar por el usuario para recibir gas natural. Ahora, el problema tiene una envergadura menos general, porque los cambios de instalaciones no se producen tan masivamente.

En la actualidad están en revisión unos 1.000 pisos, pero alguien tendría que explicar por qué un ciudadano puede quedarse más de dos semanas sin ningún tipo de suministro de gas, a la espera de que actualice sus instalaciones. Al margen de los discutibles precios de los proveedores oficiales, muchos vecinos se encuentran -con la visita del inspector que les obliga a determinadas reparaciones. Mientras éstas no se terminen, aquel ciudadano o come crudo y se ducha con agua fría o debe irse a un hotel.

Es innegable que este corte de suministro se hace por razones de seguridad y que también tiene un precio para la compañía, que durante este periodo deja de vender su mercancía al cliente. Por ello resulta menos explicable el retraso. En estos pequeños, grandes, detalles también debe estar la insignia de la tan nombrada modernización.

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