Mentalidad de artesano
Solar, con Uffe MarkussenUffe Markussen (saxos tenor y soprano). Pedro Ojesto (piano), Joaquín Chacón (guitarra), Manuel Calleja (contrabajo), Guillermo McGill (batería). Café Central. Madrid. Suplemento por actuación: 500 y 600 pesetas. Hlasta el 21 de abril.
En principio estaba previsto que Solar tuviera a Jerry Bergonzi como invitado estelar en su semana de conciertos en el Café Central, pero finalmente el saxo decidió quedarse en casa para disfrutar de su hijo recién nacido. Tanto mejor, porque a la parroquia del club madrileño puede reencontrarse y gozar con Uffe Markussen, un excelentísimo saxo tenor, que además conoce en profundidad la música y las personalidades de los miembros de Solar. No en vano fue adorno de lujo en el estreno discográfico del grupo, una digna producción gestada contra corriente sin ningún apoyo, y dejó constancia de su magisterio en el Taller de Músicos de la capital. Allí ya nadie puede olvidarle, y no es extraño, porque, aparte de gran músico, es persona afable que sabe infundir optimismo en el peliagudo momento de la creación. Ante el mercantilismo que la industria musical impone cada vez más férreamente, él contrapone mentalidad de artesano que moldea cada noche algo distinto y hace Jazz de ley hasta cuando intercambia miradas de complicidad y ánimo con quienes, codo con codo, están improvisando junto a él.
Su estilo, fluido y maduro, acusa la fértil permanencia de Dexter Gordon en Copenhague y saca mucho partido a la experiencia adquirida en la Orquesta de la Radio Danesa, en la cual desempeña destacadas funciones de solista. Interpreta clásicos como Tenderly o Like someone in love con la misma autoridad y aplomo con que se ciñe a las armonías de composiciones tan recientes que algunas ni siquiera tienen título asignado.
Equipo conjuntado
Solar, por su parte, da sensación de equipo conjuntado y polivalente; cada uno toca para los demás y no hay D'Artagnan visible. El pianista Pedro Ojesto progresa con rapidez en su propósito de llegar a las claves del jazz a través de las que ya conoce del flamenco. Joaquín Chacón deja respirar a la guitarra cuando lo necesita y construye líneas melódicas holgadas y sobrias. El contrabajista Manuel Calleja, cada vez más consciente del papel conciliador de su instrumento, empuja con fuerza cuidando de no derribar, y Guillermo McGill pega sus brazos al cuerpo para sentir su propio latido y transmitirlo con el dinamismo necesario.
