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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Avance liberalizador

EL ANUNCIO por el ministro de Economía de la do ble posibilidad de apertura en bancos españoles de cuentas en divisas para los residentes y de concesión de créditos en pesetas a no residentes constituye un avance en el proceso de liberalización de los movimientos de capital, consecuente con los cómpromi sos de participación de España en la creación de un espacio financiero europeo. El adelanto respecto al calendario previsto -que dejaba margen hasta fines de 1992- es consecuencia, a su vez, de las ten siones apreciadoras que afectan a la peseta en el marco del Sistema Monetario Europeo (SME). El elevado diferencial de tipos de interés, favorable a nuestra moneda, alienta la entrada de capitales extranjeros y sitúa a la peseta como la moneda más fuerte de Europa. Ello ha provocado presiones de otros países.En un contexto de reducido crecimiento, cuando no de recesión en la mayoría de las economías comunitarlas, las pretensiones de sus correspondíentes autoridades económicas por propiciar la recuperacíón mediante la relajación de sus políticas monetarías choca con la más cautelosa actitud de las españolas y, en especial, del Banco de España, dispuesto a no quemar anticipadamente los últimos cartuchos que la escasa autonomía de la política monete.ria le permite, para contener las todavía evidentes tensiones inflacionistas en nuestra economía. Descensos adicionales en los tipos de interés en esos países no hacen, por tanto, sino ensanchar el diferencial de tipos de interés frente a la peseta y, en consecuencía, agudizar la depreciación de su moneda frente a la nuestra hasta límites cada vez menos compatibles con la estabilidad del Sistema Monetario Europeo.

En ese contexto, la liberalización ahora decidida parece tener una doble pretensión: de un lado, actuar como alternativa a la reducción de los tipos de interés españoles, mediante el aumento de la demanda de divisas frente a la de pesetas; de otro, tratar de reducir las presiones de aquellos países europeos insatisfechos con ese protagonismo de la peseta. Su eficacia como sustitutivo del descenso en los tipos de interés es, sin embargo, dudosa. Esa mayor rentabilidad que ofrecen las inversiones firíancieras en pesetas constituye un elemento hoy más irriportante que las nuevas alternativas ofrecidas tras esa liberalización. Así lo han puesto de manifíesto los mercados de divisas, en los que, tras una ligera depreciación de la peseta, su tipo de cambio frente al resto de las monedas europeas ha vuelto prácticamente a los niveles de jornadas precedentes.

No quedan, así pues, muchas alternativas disponibles a la directa reducción de los tipos de intervención del Banco de España. La prudencia hasta. ahora exhibida por éste aconsejaría que esos descensos, además de producirse de manera gradual, respondieran a evidencias adicionales en la moderación de los precios producida en el primer trimestre del año y que ha reducido el diferencia] de inflación respecto a los principales países de la CE.

Independientemente de la virtualidad de es-as decisiones sobre las actuales tensiones cambiarias, los mayores grados de libertad que incorporan en el comportamiento de los agentes económicos constituyen un avance sustantivo en el proceso de homologación de nuestro sistema económico con los principales países europeos. La plena libertad de los movimientos de capital intraeuropeos es uno de los pilares básicos en que ha de fundamentarse ese espacio financiero. Por las razones antes comentactas, el momento elegido para la eliminación de esas restricCiones neutraliza en gran medida los efectos adversos que sobre la estabilidad de los flujos de capital podrían suponer, permitiendo el inicio de un proceso de aprendizaje en esas nuevas condiciones de mayor libertad.

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