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Suspendidas las clases en un colegio rodeado de lodo

Los 330 alumnos y 21 profesores del colegio público Maris Stella de Orcasitas no asistieron ayer a clase, ni lo harán hasta que el Ayuntamiento adecente los accesos al centro. La escuela ha estado rodeada por escombreras durante años. En otoño, cuando comenzaron las obras de acceso al hospital Doce de Octubre y en el parque de Pradolongo, los escombros desaparecieron e hizo su aparición el lodo. "Pero lo peor son los camiones que pasan por la senda que los escolares utilizan para acudir a las aulas y para salir al patio de recreo provisional" afirma Tomás Navares, director del centro.

"Queremos entrar al colegio como personas y no como bestias", dice airada una madre de la Meseta de Orcasitas. "Creíamos que ya nos habíamos librado del barro cuando abandonamos nuestras casas bajas y ocupamos los nuevos pisos, y ahora, mira, otra vez a llenarnos los zapatos de lodo para que nuestros hijos puedan estudiar", añade. Este barro ha sido el causante de que padres y profesores del Marís Stella decidieran interrumpir las clases en la mañana de ayer hasta que la Junta Municipal de Usera resuelva el problema."En la Junta nos han dicho que ahora sólo nos pueden poner unas planchas metálicas provisionales para poder pasar sin mancharnos, pero que las obras van a acabar pronto, en el mes de abril", explica el director.

"Lo malo es que vivimos en provisionalidad desde hace mucho tiempo, porque hemos expuesto al Ayuntamiento el problema de los accesos varias veces desde que éstos eran escombreras, y seguimos igual", ratifica Ricardo Herrero, jefe de estudios.

"Tenemos un comedor con capacidad para 200 alumnos y ayer los proveedores de alimentos nos dijeron que si nos seguían suministrando era por consideración hacia los, niños, pero que si los accesos, siguen igual ellos no pasan", continúa Herrero.

"Los críos vienen de barro hasta las orejas, a los profesores se les quedan las botas atrapadas en el cieno y a algunos niños pequeños los tienen que sacar en volandas. ¿Es esto normal?", se pregunta Jesús Morante, un trabajador de la construcción con siete hijos en el colegio.

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