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Crítica:
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Toneladas de chatarra

Robocop 2

Director: Irvig Kershner. Guión:Frank Miller y Walon Green, según una historia del primero. Fotografía :Mark lrwin. Música: Leonard Rosenman. Producción: Jon Davison para Orion, EE UU, 1990. Intérpretes: Peter Weller, Nancy Allen, Daniel O'Herlihy, Tom Noonan, Belinda Bauer, Felton Perry, Willard Pugh. Estreno en Madrid:cines Fuencarral y Madrid.

En 1987, el que probablemente sea el mayor especialista europeo en la plasmación de la violencia, Paul Verhoeven, debutaba en EE UU con un comic sangriento, machaconamente insistente -aunque brillante- en lo que a destrucciones se refiere, nobleza obliga-, y con un mutante mecánico-humanoide, Robocop, hacía realidad la perenne búsqueda del policía perfecto: todo acero y frialdad, el robot imponía la ley con más contundencia y efectividad que todo el cuerpo de policía en pleno.

Robocop no era en realidad ningún hallazgo feliz, ninguna criatura con virtudes de supervivencia. No era, para entendernos, un Blade runner, un Alien, ni siquiera un Mad Max. era una mezcla sabia de elementos tomados aquí y allá, con predilección cogidos en los filmes ya mencionados. Por eso, sus posibilidades como generador de continuaciones aparecían ya entonces débiles: para colmo de males, la brillante dirección de Verhoeven, el punto supuestamente fuerte del filme, no fue tal. Si hacemos caso de las declaraciones del veterano Monte Hellmann en Barcelona, donde afirmó que las secuencias de acción se las habían encargado a él porque el holandés no se acostumbraba al ritmo de los rodajes americanos, tendremos un cuadro resumido del filme: aparecía como original cuando en realidad era un remedo de otros; estaba hecho por un cineasta hábil, cuando en realidad los cosidos más brillantes los había concretado el sastrecillo Hellmann, artesano para todo.

Salida

Así las cosas, los responsables de la primra parte se buscaron una salida -el éxito del filme fue grande-, y con el concurso de un discreto guionista -Walon Green (Grupo salvaje, La Frontera) - llaman en su auxilio al más conocido creador de comics de superhéroes, Frank Miller, un hombre de Marvel y DC (Ronin, .Electra lives again, Batman-The darknight returris o Hard boiled, una historia directamente emparentada con este Robocop (y a cuyo universo, dicho sea de paso, rinde cumplido homenaje Sam Raimi en Darkman).

A pesar de esto, y a pesar de la portentosa imaginación visual de Miller, Robocop 2 no es más que una cansina, aburrida repetición que desaprovecha lo poco interesante que el guión contiene.

Así, y junto a intolerables operaciones de enmascaramiento ideológico -consistentes en criticar a tirios y troyanos, satirizar a malvados capitalistas y poner en la picota los más que defendibles puntos de vista ecologistas por vía de la ridiculización , el desarrollo del filme desprecia olímpicamente lo más sugestivo de la trama: la más bien desesperanzada historia de la búsqueda de Syborg, atribulado por sentimientos que no conoce, de su pasado y sil perdido amor, que el burócrata de turno -en esta ocasión, Irvin Kershner- despacha de un plumazo para dedicarse con sañ a su deporte favorito: la exageración, el despilfarro, la destrucción de toneladas de chatarra decididamente prescindibles. Pongámonos a salvo si a algún demente se le ocurre perpetrar Robocop 3.con uno ya había más que suficiente.

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