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Japón y la URSS quieren sellar la paz

Mijaíl Gorbachov llega a Tokio el martes

Japón y la Unión Soviética quieren poner fin a 100 años de conflictos y desconfianzas con la histórica visita que el próximo martes inicia el presidente soviético, Mijaíl Gorbachov, a Tokio. Los dos países siguen todavía técnicamente en guerra, pero confían en poder firmar pronto un tratado de paz una vez que solucionen el contencioso en tomo a las cuatro islas del archipiélago de las Kuriles, cuya soberanía reclaman los japoneses.

Paradójicamente, los protagonistas de este acontecimiento son un débil jefe de Gobierno, Toshiki Kalfú, y un presidente, Gorbachov, de un Estado que se descompone por momentos.Los diarios vespertinos japoneses anunciaban en primera página el pasado viernes la probabilidad de que Gorbachov se vea obligado a dimitir como secretario general del PCUS y, a principios de semana, la Prensa nipona pronosticaba que Kaifu no podrá mantenerse más allá del próximo otoño en el cargo, sobre todo después de la dimisión presentada por el secretario general del Partido Liberal, Ichiro Ozawa, tras la derrota en las elecciones a gobernador de Tokio.

Ozawa ha sido el último de los interlocutores japoneses en viajar a Moscú, hace menos de un mes, y fue él quien informó sobre la nueva postura soviética de aceptar la discusión del contencioso territorial y de negociar una delimitación de fronteras aceptable por ambas partes. El ministro soviético de Asuntos Exteriores, Alexandr Besmértnij, reafirmó esta posición durante el viaje que realizó a Tokio a finales de marzo y coincidió con su homólogo japonés, Taro Nakayama, en que la situación está madura para negociar un tratado de paz.

En juego está el destino de Etorofu, Kunashiri, Shikotan y Habomai, cuatro pequeñas islas enclavadas a escasos kilómetros de Hokaido, la isla más septentrional de Japón, denominadas por los japoneses territorios del norte, que los soviéticos ocuparon después de la II Guerra Mundial y que consideran parte de la veintena de islas que forman el archipiélago de las Kuriles, al sur de la península de Kamchatka. Tokio reclama la soberanía amparándose en dos tratados suscritos por el emperador Meiji con la Rusia zarista en 1855 y 1875, que reconocían que estos territorios pertenecían desde hace siglos a Japón. Ambos tratados fueron ratificados por un tercero, en 1905, tras la derrota rusa en la guerra de Manchuría, por el que, además, Rusia tenía que ceder parte de la isla de Sajalin.

Moscú se ampara en lo que Stalin, Roosevelt y Churchill acordaron en la Conferencia de Yalta, en febrero de 1945, prometiendo la devolución a la URSS de todos los territorios usurpados durante la guerra ruso-japonesa (1904-1905). Sin embargo, para Japón lo que se firmó en Yalta podría no tener validez jurídica ya que Rooseven tomó la decisión asumiendo que las cuatro islas habían sido invadidas por la fuerza por los japoneses, lo que no era cierto, tal como señalaba un informe del Departamento de Estado y que el presidente norteamericano ignoró.

Tratado de San Francisco

En 1951, Tokio, mediante el Tratado de San Francisco, con el que se ponía punto final a la ocupación de Japón por parte de las fuerzas aliadas, reconoció la soberanía soviética sobre el archipiélago de las Kuriles, pero el tratado no especificó si entre ellas había que incluir también a estas cuatro islas en litigio.

Cinco años después, en 1956, Japón y la URSS firmaron una declaración conjunta de establecimiento de relaciones, en la que se contemplaba que los soviéticos devolverían Shikotan y Etorofu, las dos islas más pequeñas y que están casi deshabitadas, después de que se firmara un tratado de paz. Pero todo se derrumbó en 1960, cuando los japoneses suscribieron el tratado de seguridad militar con Estados Unidos, que perpetuaba la presencia de los soldados norteamericanos, lo cual hizo que los soviéticos cambiaran de idea y dejaran la propuesta suspendida hasta que se produjera la retirada de las tropas estadounidenses.

Los medios de comunicación japoneses, filtrando noticias dirigidas por los centros de poder, vienen desde hace meses especulando sobre lo que puede deparar la visita de Gorbachov. El ex secretario general liberal Ozawa se desdijo de sus manifestaciones optimistas y afirmó varios días después de regresar de Moscú que no había que tener tantas expectativas. Por su parte, Kaifu afirmó esta semana en el Parlamento que tratará de desbloquear el contencioso territorial. "La visita llega en el peor de los momentos, con el empeoramiento de la situación en la URSS y al mismo tiempo el debilitamiento del Gobierno de Kaifú. Gorbachov puede sacar una baza imprevista, aunque también es probable que intente obtener provecho de las diferencias que al parecer existen entre vanos ministerios y el Partido Liberal sobre el manejo del problema", afirma Takeshi Sasaki, profesor de la Facultad de Derecho de la Universidad de Tokio.

Las islas, habitadas por unas 30.000 personas, no son de gran riqueza, a excepción de la pesca, y tampoco tienen la importancia estratégica que tuvieron para los soviéticos en el pasado para proteger el paso de su flota al Pacífico, al disponer ahora Moscú de submarinos dotados con misiles de largo alcance cerca de su costa.

El contencioso de las Kuriles es un reflejo de la guerra fría entre EE UU y la URSS, como lo es también la anomalía de que Tokio y Moscú hayan mantenido sus relaciones al mínimo. La llegada de Gorbachov y el deshielo entre las dos grandes potencias hace pensar que el litigio es hoy más sencillo. Pero no es fácil para el líder seviético decretar la devolución del las islas por el precedente que representa para los movimientos secesionistas en la URSS.

Jurídicamente, las islas pertenecen a la República de Rusia, y su presidente, Boris Yeltsin, ha declarado que no azeptará como válido ningún acuerdo que no cuente con su beneplácito. Es por ello que entre los miembros de la delegación de Gorbachov viajará el ministro de Asuntos Exteriores ruso.

Las islas en litigio

Japón se ha opuesto a negociar un tratado de paz y a proporcionar ayuda económica a la Unión Soviética mientras no se resuelva el litigio de las islas Kuriles. "Una de las ofertas que podría traer Gorbachov es la desmilitarización de las islas" y aceptar discutir el contencioso sobre la base de la declaración de 1956", dice el profesor de Derecho Takeshi Sasaki, de la Universidad de Tokio.En realidad, sobre esta declaración fundamentó el Partido Liberal una propuesta de clevolución gradual en dos fases que creó cierta confusión al principio dentro del propio Gobierno, y especialmente en el Ministro de Asuntos Exteriores.

Los diarios japoneses, citando fuentes del partido gobernante, adelantaron incluso que Tokio estaría dispuesto a dar hasta 28.000 millones de dólares por los territorios del norte, es decir, más de lo que los alemanes pagaron por lograr la reunificación del país. Esa cifra hizo montar en cólera al ministro de Finanzas, Ryutaro Hashimoto.

El portavoz oficial del Ministerio de Asuntos Exteriores, Tazio Watanabe, dijo el vierries que plantear el contencioso en los términos de poner un prec:lo a las islas no contribuirá a desbloquear el problema y explizó que la posición japonesa es la de exigir el reconocimiento de sti soberanía sobre las cuatro islas, aunque aceptando la devolución de dos de ellas (Shikotan y Habomai) en una primera fase, y las dos restantes, después.

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