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Crítica:'RAP'
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Bailad, bailad, benditos

M. C. HammerM. C. Hammer actuó en Madrid avalado por los 15 millones de ejemplares vendidos en todo el mundo (150.000 en España), de su último disco Please Hammer Don't Hurt 'Em, confirmando que ha sido el fenómeno musical de 1990. Rodeado por nueve músicos, 10 vocalistas, 18 bailarines y un pinchadiscos -38 personas en total-, con un decorado en varios; niveles, de ambiente urbano y en el que no faltaba una pintada referente a su ciudad natal -"Oakland es orgullosa"-, el californiano de 28 años ofreció un recital apabullante y vitalista en sus aspectos coreográficos, aunque decepcionante en lo musical.Según una encuesta realizada por Vox Pública, el 83% de los españoles de 16 a 29 años identifican el rap con un baile. Esos eran los límites de la edad de los asistentes -el 80% de los mayores de 30 años "no tienen ni idea de que es eso del rap " por lo que cabe deducir que las 8.000 personas que no lograron llenar el recinto iban a bailar, ver espectáculo. Bailar, lo que se dice bailar, lo hicieron algunos. El espectáculo lo vieron todos.

M

C. Hammer. Aforo: 8.000 personas. Precio: 2.500 y 3.200 pesetas. Palacio de Deportes de la Comunidad. Madrid, 11 de abril.

Fueron 100 minutos de frenesí en el escenario, de danza individual y colectiva realizada por excelentes bailarines, algunos con gran futuro en el campo del contorsionismo. En este aspecto, el recital fue deslumbrante. Lentejuelas por doquier, pasos originales y entrega total. Y como vivimos en la sociedad del espectáculo, el triunfo llegó de la mano de lo espectacular.

En lo musical, M. C. hammer es otra cosa. Las canciones, con ese excelente primitivismo rítmico que defiende el rap, carecen de estructura armónica y están repletas de referencias a otros artistas negros. Hammer rapea mientras sus vocalistas cantan, y no duda en samplear -grabar sonidos ya realizados por otros músicos para reproducirlos a través de los teclados-, ni en utilizar lugares comunes de comprobada eficacia comercial.

En la canción Pray es el gospel, que tan buenos divildendos está proporcionando a Whitney Houston, Rick Astley, Gloria Estefan y al mismo Hammer. Tampoco tiene demasiaclos prejuicios en utilizar la machacona frase Everybody dance now, de C&C Music Factory, que también representa la moda fugaz defendida por Twenty 4 Seven y Black Box: voz femenina con melodía facilona y rap, mezclados convenientemente para facilitar la digestión antes de la discoteca.

Máximo representante del edulcorado rap californiano -muy diferente del reivindicativo de Nueva York, Chicago o Detroit-, Hammer se extendió en mensajes espirituales y, en largas peroratas sobre la paz, el amor y la unidad, que no llegaron a conectar con el público. Con un sonido muy defectuoso, especialmente en esos graves imprescindibles para la música basada en el ritmo, ofreció deficientes versiones de sus éxitos U Can't Touch This y Pray, mejoró en los temas lentos -Have You Seen Her-, y basó su éxito en su capacidad para manejar la exageración. Uno, dos, tres.... hasta 17 niños subieron al escenario para bailar con Hammer al final del recital. Antes del espectáculo, el cantante y sus 38 acompañantes se habían reunido para rezar juntos, concentrándose para difundir la idea del nuevo astro: bailad, bailad, benditos.

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