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¿Que ejército?

El autor de este artículo se pregunta, tras la marea de la guerra del Golfo, por el modelo de ejército necesario para España y la participación social en las Fuerzas Armadas. Para el articulista, el más adecuado sería "un sistema mixto del servicio militar. Un Ejército con unidades de soldados profesionales y de soldados de reclutamiento", ya que un Ejército sólo profesional está "en contra de nuestra tradición militar" y tiene los inconvenientes de las "guardias pretorianas".

Pasada la marea, y nunca mejor dicho, que ha supuesto el conflicto del Golfo, va a volver el debate sobre el servicio militar.Y muchos españoles nos preguntamos: ¿qué ejército? Dicho así, porque se trata de saber cuál es el tipo de ejército que queremos y podemos. Cuáles van a ser las Fuerzas Armadas del futuro y sobre qué bases humanas va a estar asentada la defensa nacional.

En primer lugar, hay que seguir pensando en la necesidad de unas Fuerzas Armadas, de una organización que defienda, prevenga y garantice la integridad de nuestro territorio y nuestros intereses, y a la vez sean adecuadas, dotadas de la tecnología actual, bien entrenadas y eficaces. Y que no sean muy caras para el presupuesto nacional.

Hasta aquí unas premisas no fáciles de alcanzar pero razonables. Ahora viene la segunda parte, que es la más difícil y la más discutida: la participación social y personal de nuestros ciudadanos en esa empresa común de la defensa.

Me parece adecuado el término servicio nacional para unir la participación de la sociedad con las obligaciones globales del Estado. Servicio militar si se realiza en las unidades correspondientes, o servicio civil si se lleva a cabo en otros organismos, Como Cruz Roja, Protección Civil, en protección de la naturaleza o en el medio ambiente, servicios sociales...

De este modo, lo que nos parece más adecuado es un sistema mixto del servicio militar. Un Ejército con unidades de soldados profesionales y de soldados de reclutamiento. ¿Por qué así? Porque permite la posibilidad de unidades especializadas, quizá encuadradas en estas fuerzas de intervención rápida (FIR) que podrían tener una adscripción internacional o multinacional, y además unidades que supongan la participación social por el sistema de llamada a filas.

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Un Ejército solamente profesional está en contra de nuestra tradición militar, además es caro y tiene todos los inconvenientes de las guardias pretorianas.

Los ejércitos profesionales que hay en el mundo tienden a ser un colectivo de marginales. Las fuerzas norteamericanas o británicas en la guerra del Golfo así lo han demostrado. Aparte de las características y tradiciones de la sociedad anglosajona, tan diferentes de las nuestras.

Adiestramiento

Pero hay más. Un Ejército profesional con el lastre de la extracción sociológica de su composición hace más difícil su instrucción. En un mundo tan técnico como los ejércitos de nuestros días la media cultura e instrucción de un colectivo de reclutamiento es sin duda superior y permite niveles de adiestramiento más rápidos.

Por último, los cálculos demográficos son indiscutibles. A finales de este siglo el colectivo anual de jóvenes en edad militar después de eliminar las bajas, trastornos, prórrogas, prerrogativas, etcétera, será de unos 210.000 por año (¡sólo varones!), lo cual quiere decir que para tener una adscripción anual de 70.000 soldados se necesitaría que uno de cada tres jóvenes tendría que ir voluntariamente a las Fuerzas Armadas. Esta respuesta es absolutamente inviable.

Éste es nuestro punto de vista frente al tema del servicio militar y el modelo de Fuerzas Armadas que se va a desarrollar en los próximos años.

La renovación al frente de la cúpula del Ministerio de Defensa y la próxima y deseable estabilidad de los conflictos y posconflictos bélicos en el mundo va a potenciar la puesta en marcha del debate Institucional y democrático del que salga la nueva Ley del Servicio Militar.

es portavoz socialista de la Comisión de Defensa del Senado.

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