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LOS EFECTOS ECONÓMICOS DEL RAMADÁN

Factorias sin piedad

Los grandes fabricantes franceses no modifican sus planes por el festejo musulmán

"Los mitos tienen una larga vida", afirman estos días los responsables del servicio de información de la empresa de autómoviles francesa Renault. Esos responsables pasan ahora la mayor parte de sus jornadas laborales explicando a medios de comunicación franceses y extranjeros que Renault nunca ha establecido horarios ni condiciones especiales de trabajo para sus empleados musulmanes que practican el Ramadán. Negaciones simiares son lanzadas por los directivos de Peugeot y de Citroën a quien quiera escuharlos.

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Hace unos años, un semanario galo lanzó tal idea y desde entonces la misma se ha convertido en lo que las gentes de Renault llaman "un mito". "La vida, es decir el trabajo continúa en Renault con toáa normalidad durante el Ramadán", afirman las fuentes de la empresa consultadas por EL PAÍS. "No todos nuestros trabajadores de origen árabe y musulmán practican el Ramadán", añaden esas fuentes, "y os que lo hacen no se benefician de ninguna medida particular".Según los portavoces de Renault, si comenzaran a hacer Renault, si comenzaran a hacer excepciones durante el Ramadán tendrían que seguir haciéndolas con las fiestas refligiosas de sus trabajadores franceses que practican las religiones cristiana y judía y con las celebraciones nacionales de los extranjeros. "En una empresa de automóviles el ritmo de producción es sagrado y no podemos perturbarlo cada dos o tres semanas".

Renault, eso sí, facilita las plegarias rituales de sus trabajadores musulmanes practicantes, siempre y cuando éstas se celebren en las horas de comidas o en las pausas laborales reglamentarias. Para ello ha dispuesto en cada una de sus factorías una sala especial de oración, pero esas salas no son propiamente mezquitas.

También es un mito la creencia popular de que la mayoría de los trabajadores del fabricante francés de automóviles son de origen árabe y musulmán. En la actualidad los musulmanes originarios del Magreb o del África negra, practicantes o no, representan en torno al 10% de la plantilla en Francia. De los aproximadamente 70.000 trabajadores empleados por la companía en ese país, unos 60.000 son franceses. De los 10.000 restantes, el 58% proceden de los países del Magreb, el 18,5% de otros estados de la CE, el 18,3% del África negra y el 2,7% de Yugoslavia.

La fábrica Renault de Billancourt ha sido tradicionalmente la que ha contado con un mayor porcentaje de musulmanes, pero esa factoría está en un proceso de cierre que debe culminar en abril de 1992.

Pero si las grandes compañías industriales no son complacientes con las costumbres religiosas de sus trabajadores, las autoridades sí tienen en cuenta el alto número de musulmanes que viven en Francia. Así, la televisión pública, Antenne 2, ha tenido este año la iniciativa de organizar cuatro veladas especiales consagradas al Ramadán. Destinadas a los entre tres millones y cuatro míllones de musulmanes residentes en Francia y también a los no musulmanes interesados en la cultura islámica, consistirán en actuaciones de cantantes, espectáculos de diversiones y exhibiciones de películas árabes subtituladas en francés.

Ese gesto y la reciente decisión de abrir espacios musulmanes en los principales cementerios de Francia obedecen a una voluntad política. El nuevo ministro del Interior, Philippe Marchand, ha reconocido que Francia tiene una deuda que pagar a los musuImanes que habitan en su suelo. Tal deuda procede de la moderación demostrada por la comunidad árabe y musulmana a lo largo de la crisis del golfo Pérsico.

Aunque buena parte de los musulmanes franceses vivieron con dolor los bombardeos occidentales de Irak y estuvieron en contra la participación política y militar francesa en la coalición liderada por Estados Unidos, en ningún momento transformaron esos sentimientos en incidentes de orden público.

En la noche del sábado 16 de marzo, la "nochede la duda", se reunió en la Gran Mezquita de París el comité religioso creado para decidir el comienzo del mes de ayuno. Ese comité, formado por representantes de las principales organizaciones islámicas de Francia, tuvo que lidiar con el siempre espinoso dilema de determinar el momento preciso de la aparición de la luna nueva. En la tradición islámica se requiere que un gran número de personas dignas de confianza hayan visto el astro para que el ayuno pueda comenzar.

Un pilar de la fe

El ayuno de Ramadán es uno de los cinco pilares de la fé musulmana. Otro de esos pilares, la peregrinación una vez en la vida a La Meca, llevó el pasado año a 11.000 musulmanes franceses a pedir y obtener sus visados para viajar a Arabla Saudí en la embajada de ese país en Paris. Este año la cifra será sin duda menor, a causa del enfado de numerosos musulmanes franceses por la autorización concedida por los saudíes a las tropas norteamericanas para hacer la guerra a una nación islámica.

La práctica del Ramadán gana adeptos en Francia de año en año. Mohamed Arkun, profesor en la Sorbona, lo explica más por motivos de "búsqueda de identidad" que por razones "estrictamente religiosas". Estos días, los barrios parisienses de Barbés, la Goutte d'Or y Belleville hierven durante la noche como si fueran medinas magrebíes. El perfume de esos barrios es la tradicional chubaquía, el dulce de Ramadán.

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