En Turquía se oye la guerra contra el kurdo
El Ejército iraquí se vuelca contra los rebeldes
"Kirkuk, bum; Dahuk, bum; Dahuk, bum; Zajo, bum". Así explican los habitantes de Silopi, a escasa distancia de la frontera con Irak, en el Kurdistán turco, la marcha de la guerra en el vecino país. El incesante bum, bum, bum se oye desde aquí, y cerca del puesto fronterizo, en Habur, es perceptible también el tableteo de los fusiles Kaláshnikov. Las Fuerzas Armadas de Sadam Husein han puesto toda la carne en el asador para aplastar la revuelta kurda. Y parece que lleva todas las de ganar.
El enviado especial de EL PAÍS ha efectuado, en los dos últimos días, sendos intentos de penetrar en territorio iraqui y tener una aproximación directa de la marcha de la batalla. El primero lo frustró el Ejército turco, que ha multiplicado sus controles en la zona e impide el paso a los extranjeros. El segundo fracasó porque ni siquiera los guías kurdos, acostumbrados a burlar la vigilancia militar, se atreven ahora a cruzar la línea. "Los pehmergas tienen que ayudarle a partir de allí", dicen. Pero nadie sabe con exactitud dónde están ahora los combatientes kurdos de Jalal Talabani, que son los que luchan por esta área.Un enviado especial de la cadena SER y otro del diario catalán Avui hicieron, por otros medios, el mismo intento, con idénticos y frustrantes resultados.
Un equipo de la Fundación internacional para los Refugiados, ligada a la madre Teresa de Calcuta, procura desde hace días forzar la prohibición del Gobierno turco para abrir una vía de penetración en Irak por la cual llevar mantas, comida y medicinas a los refugiados kurdos que huyen desde las ciudades a las montañas.
Cerca de 100 millones de pesetas, fruto de donaciones privadas en el Reino Unido, esperan en un villarbakir a que se abra la brecha. Seis médicos, todos ellos británicos, se han esforzado inútilmente en llegar al otro lado.
Nadie sabe aquí con exactitud lo que pasa más allá de Habur, pero la información facilitada por Bagdad de que Zajo ha caído en sus manos encaja con las noticias fragmentarias de los habitantes de la zona fronteriza turca y con la actitud de los guías clandestinos, más prudentes y temerosos que nunca.
El objetivo de Sadam
El objetivo de Sadam es controlar la carretera que desde Bagdad llega hasta Turquía y, desde ahí, a los puertos mediterráneos, pasando por Kirkuk, Arbil, Mosul y Zajo. De confirmarse la caída de esta última, las grandes ciudades de la estratégica ruta estarían todas en manos iraquíes, aunque sigan los combates en alguna de ellas. Con Zajo controlada podrían reconstruirse los puentes sobre un afluente del Tigris y reabrir la frontera con Turquía. Por supuesto, haría falta para ello el acuerdo de Ankara, pero éste podría llegar de forma que entrase en Irak ayuda alimentaria, tan vital como las armas para la supervivencia del régimen y que no violaría el embargo de la ONU. No está muy claro lo que el presidente turco, Turgut Ozal, piensa al respecto, pero sí que una victoria de los pehmergas y el eventual establecimiento de una entidad nacional kurda en el norte de Irak supondría un alto riesgo de contagio en el sureste de Turquía, en el que habitan 10 millones de kurdos y donde la guerrilla marxista lucha por implantar un Estado independiente.
Los pehmergas están siendo expulsados de las ciudades por el efecto combinado de las tropas y del bombardeo con cohetes, helicópteros y aviones, pese a que el empleo de estos últimos viola los términos del alto el fuego en la guerra del Golfo, algo ante lo que Estados Unidos prefiere cerrar los ojos.
Los combatientes huyen hacia las montañas, pero, utilizando morteros y cohetes, contraatacan, lanzan golpes de mano, cortan la carretera e impiden un control efectivo de ésta. Pero lo que es más grave es que el temor a represalias está provocando un éxodo masivo hacia las montañas. Pese a haber entrado la primavera, el frío allá en lo alto es intenso, y en algunas zonas todavía hay nieve. Los médicos británicos temen una catástrofe, una mortandad inimaginable por hambre, frío y enfermedades.
En lo que respecta a Turquía, las autoridades tiemblan ante la idea de tener que hacer frente a una avalancha similar a la de 1988, cuando Sadam Husein causó la muerte de miles de kurdos al bombardearles con armas químicas. Entonces llegaron cerca de 100.000, y acogerlos costó ímprobos esfuerzos. Todavía quedan unos cuantos miles.
Noticias sin confirmar oficialmente, de fuentes próx mas a los nacionalistas kurdos de Turquía, aseguran que la reciente incursión del Ejército en Irak (no reconocida aún por Ankara) tenía como objetivo, además de combatir a la guerrilla del PKK, crear una zona de seguridad al otro lado de la frontera que impida la entrada de los refugiados. Uno de los miembros de la fundación de la madre Teresa estima que el número de éstos oscila entre 500.000 y un millón. Se calcula que en Irak hay 3,5 millones de kurdos, aproximadamente el 20% de la población.
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