Pinochet desafía a las autoridades civiles en Chile
El mismo general Augusto Pinochet que rompió el orden constitucional chileno en 1973 desafía de nuevo a la autoridad civil y advierte que el Ejército volverá a hacer uso de "la legítima defensa" si se repiten las circunstancias propicias. Chile quedó impresionado por el rotundo rechazo formulado el jueves (hora peninsular española) por Pinochet al informe sobre derechos humanos presentado por la comisión Verdad y Reconciliación (comisión Rettig).
En un acto institucional del Ejército, acompañado de todos sus generales y de 1.500 oficiales y suboficiales, Augusto Pinochet demostró que no renuncia a su poder paralelo al del Gobierno. Negó toda responsabilidad en las 2.000 muertes denunciadas por el informe Rettig, rehusó pedir perdón "por haber tomado parte en esa patriótica labor" e hizo temblar a la clase política y a toda la ciudadanía cuando afirmó: "Se requiere que nunca mas se pretenda en Chile poner en práctica un proyecto político de la naturaleza y alcances del que representó el de la Unidad Popular. De lo contrario, sería imposible impedir la experiencia que el legítimo empleo de la fuerza por sus propias características conlleva o hace dificil evitar".Pinochet comparó el informe Rettig, elaborado por personalidades indiscutibles de todas las tendencias políticas chilenas, con los relatos de los pasquines extremistas", y afirmó "solemnemente" que "el Ejército de Chile no aceptará ser situado ante la ciudadanía en el banquillo de los acusados por haber salvado la libertad y la soberanía de la patria a requerimiento insistente de la civilidad".
"La victoria total"
Si hubo muertes durante los 17 años de dictadura, dijo, fue por la guerra contra el marxismo; de desaparecidos, "el Ejercito no posee antecedentes"; de "las llamadas violaciones de derechos humanos" sólo admitió que cuando una institución armada entra en combate su único propósito es "la victoria total". En Chile no hubo, ajuicio de Pinochet, un Gobierno militar enfrentado a todas las fuerzas democráticas; lo que hubo fue un Ejército patriótico combatiendo en una guerra declarada por el marxismo nacional e internacional.
Escuchar a Pinochet en una audiencia de entusiastas militares, con uniformes de gala blancos y grises, era regresar 18 años en la historia de Chile. El ex dictador deslegitimó el informe Rettig "jurídica e históricamente" y advirtió que éste puede desencadenar "una espiral de violencia y de animosidades opuesta absolutamente a los propósitos conciliadores expresados por el primer mandatario". Pinochet recordó al presidente, Patricio Aylwin, unas declaraciones hechas por él en octubre de 1973 en las que justificaba el golpe militar; y dejó claro que, mientras Pinochet esté al mando, el Ejército no va a aceptar su obligada subordinación al poder civil.
El Gobierno, que reconoce su debilidad, reaccionó con la prudente actitud del silencio. El presidente Aylwin prefiere hacer como que no escuchó las palabras del comandante en jefe del Ejército, aunque las escuchó personalmente en la reunión del Consejo de Seguridad Nacional. Aylwin, prefiere dejar que las cosas sigan su curso, en la esperanza de que la corriente hacia la plena democratización es imparable y que la voz de Pinochet procede del túnel del tiempo.
Entre los partidos políticos que apoyan al Gobierno y los familiares de la víctimas de la dictadura se confirmó, sin embargo, la impresión de que está todavía lejos la oportunidad de aplicar la justicia a los antiguos responsables de la represión.
Por el momento Pinochet se siente seguro. El miércoles entró al Palacio de la Moneda a reunirse con el presidente con la misma confianza que cuando se alojaba en él. Está rodeado de más guardaespaldas y más protocolo que el propio presidente, y cuenta con suficiente respaldo y suficiente voluntad para defender "su obra". Por contraste, la democracia chilena ha vuelto a comprobar hasta qué punto está condicionada por las palabras balbuceantes de un general incombustible.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.