La vida en fucsia
Los modistas de París proponen para la temporada de invierno una imagen femenina 'sexy'
El mundo parisiense de la moda comienza a desperezarse tras el paréntesis de negros e infundados augurios de la guerra del Golfo. La presentación de las colecciones femeninas de prét-á-porter de los próximos otoño e invierno se celebra estos días en un ambiente no eufórico, pero sí aliviado. El norteamericano Oscar de la Renta busca por primera vez la consagración parisiense, y en la bolsa de la moda de la capital francesa los valores más cotizados siguen siendo Jean-Paul Gaultier, Claude Montana, Thierry Mugler, Helmut Lang, Issey Mikaye y Christian Lacroix.
A los 45 minutos de retraso, uno empieza a lamentar haber venido. Reforzado por centenares de focos eléctricos, el tímido sol que se desparrama sobre París convierte en una sauna esta carpa de plástico instalada en el patio del Louvre. Se diría que hasta empieza a oler a humanidad.Hay unos 1.500 espectadores, y entre ellos no pocos japoneses. Los japoneses -ellas, seriecitas y maquilladas y vestidas de lo más chic- no parecen notar ni el retraso ni el calor. En cambio, a los fotógrafos empieza a vérseles congestionados. Al fondo de la pasarela, sus inmensos objetivos forman un erizo de lanzallamas.
Carmen Rossi, con faldita negra a lunares blancos, está sentada dos filas más atrás. Ella no parece haber tenido problemas con esos rudos jovenzuelos de corbatas rojas que hacen de acomodadores.
,Suena un frenazo de automóvil, se escucha una canción de esas que ponen dos docenas de veces al día las emisoras de FM y la pasarela comienza a vomitar chicas de ensueño. Ha arrancado el desfile de Lolita Lempicka, una de los 36 que presentan en el patio del Louvre la moda femenina prét-á-porter de los próximos otoño e invierno.
Al primer golpe de vista uno comprende que Occidente todavía no ha salido culturalmente de los años ochenta. La guerra del Golfo no ha pasado por la colección de Lolita Lempicka ni por ninguna otra de las que estos días se presentan en París. La próxima temporada, las elegantes volverán a ser sexy. Seguirán exhibiendo sus piernas envueltas en medias de seda negra, vistiendo trajes cortos y ajustados y poniendo de relieve sus senos. Lo demás son variaciones en torno a este uniforme.
Los publicistas, claro, venden otra idea. Según ellos, el prét-á-porter del otoño e invierno próximos presenta "un abanico de tendencias e imágenes de una rara diversidad". Los publicistas subrayan que las colecciones presentadas en París ofrecen al mismo tiempo "lo muy largo" y 1o muy corto", y destacan que junto a la. permanencia del traje sastre se registra "un cierto regreso del pantalón".
Colores francos
Lolita Lempicka tiene todo eso. Sus maniquíes van y vienen con simpáticos trajecitos en el eterno color negro y en los muy vivos, francos y primarios amarillo ácido, rojo escarlata, verde crudo, fucsia, naranja o frambuesa. Algunas, es cierto, llevan pantalones, ajustados por lo general. Van las chicas un poco despeinadas, pero tan guapas, tan bien maquilladas y tan seguras de sí mismas que al poco todas te parecen iguales. A su lado, las espectadoras, reales en sus diferentes imperfecciones, son mucho más atractivas.
A uno la cabeza se la ha ido hacia otros temas más sombríos cuando se detiene la música, suena un ruido como de lluvia y aparecen montones de chicas en ceñidisimos trajes negros y con gafitas de sabiondas, carpetas en las manos y labios como fresones de Aranjuez. En una palabra, las profesoras soñadas por un estudiante de bachillerato.
Más tarde vendrán, cómo no, las exhibiciones de senos en blusas transparentes, y hasta La Gioconda, en su sala del Louvre, escuchará el redoblado ametrallamiento de los fotógrafos. La novia aparecerá al final, con traje blanco de falda corta y corpiño con estrellitas doradas. Al verla, las japonesas sonreirán con arrobo.
Babelia
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