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FALLAS DE VALENCIA

Torear la ratita

De los cinco galaches que saltaron al ruedo de Valencia, tres eran la ratita, vamos al decir, y los otros no muy grandes. Torear la ratita es fácil empresa, si se compara con torear galaches no muy grandes y, sobre todo, con torear toros enteros y verdaderos, de los cuales sólo hubo uno en el ruedo de Valencia ayer, y no era Galache. Fácil empresa, sí, pero eso no quiere decir que los espadas fueran a hacer el toreo. Un respeto. De los presentes, el toreo -el de parar- templar-mandar-, únicamente lo intentó Fernando Cepeda, y acabó poniéndose pesadísimo. Ahora bien, los otros dos también se pusieron pesadísimos, y encima no intentaron el toreo ni nada que tuviera fundamento.Jesulín de Ubrique pegó dos circulares limpios, largos, anchos, altos, rubios y con los ojos azules, que alborotaron al público; eso es cierto. Pero los circulares no son toreo de fundamento., menos aún si se pegan a un Galache no muy grande, bueno como el pan. El Galache tomó la muleta cuantas veces se la puso Jesulín delante, y acudía sin mugir allá donde quisiera mandarlo. Si le llega a decir que se tire del Micalet abajo, va y se tira.

Galache / Cepeda, Lozano, Jesulín

Cinco toros de Francisco Galache, chicos 1º, 2º y 6º terciados 3º y 5º, flojos. manejables. 4º de Alejandro Vázquez, con trapío, manso. Fernando Cepeda: bajonazo descarado (aplausos y salida al tercio) estocada corta baja y rueda insistente de peones (silencio). Fernando Lozano: media, rueda insistente de peones y, descabello ovación y salida al tercio también protestas cuando intenta dar la vuelta) cuatro pinchazos. otro hondo, rueda insistente de peones y cuatro descabellos (silencio). Jesulín de Ubrique: bajonazo. rueda insistente de peones y siete descabellos (vuelta). estocada corta tendida caída, rueda insistente de peones y dos descabellos (aplausos). Plaza de Valencia, 16 de marzo (tarde). Novena corrida fallera. Tres cuartos de entrada.

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Malos 'Moleros'

Lo que ocurrió fue, sin embargo, que Jesulín no le mandaba ir a ninguna parte. Jesulín citaba al natural, lo daba, y apretaba a correr, dejando al Galache bueno-como-el-pan desconcertado. Es decir, que no ligó ni uno. Todo es mejorable en esta vida, sin embargo, y al sexto, que era la ratita, lo ligó menos, aunque diera más. Al sexto le estuvo pegando naturales como si ese pase lo hubiera aprendido en jueves. Según algunos contables, le pego 300. Es posible. No obstante, cuantos más naturales pegaba Jesulín, menos creía la afición que esa fuera la versión correcta del toreo al natural y su machacona insistencia no le sirvió para nada.

Fernando Lozano también pegó naturales que no convencieron a nadie. Eso fue con la ratíta. Fernando Lozano no corría al rematarlos, pero descargaba la suerte, metía el pico, desacompasaba el pase y le salía feísimo. Luego, al Galache no-muy-grande, le ahogó deliberadamente la embestida para enjaretarle una faena crispada e interminable, que consistió, principalmente, en cm palmar pases de pecho, vinieran o no a cuento.

Toda la tarde se estuvo echando de menos el toreo bueno que apuntó, un ratito nada más, Fernando Cepeda, naturalmente con la ratita. Correr la mano suavemente y cargando la suerte: así hizo -y esa fue suerte bellísima- hasta que le entró el furor pegapasista. Al cuarto (no ratita, ni Galache) quizá le faltó un puyazo y Fernando Cepeda debió sentir haberse precipitado a pedir el cambio de tercio, pues no pudo con el genio violento del toro y hubo de trastearlo a la defensiva. Mala suerte, claro, aunque no tendrá razón para quejarse, pues le salió la ratita y no lo supo aprovechar. Y si ni el señor Cepeda, ni el señor Lozano, ni el señor de Ubrique son capaces de aprovechar la ratita para «hacer el toreo bueno, no quiere uno ni pensar lo que puede ocurrir el día que les echen toros enteros y verdaderos.

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