_
_
_
_
_
Crítica:CINE
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Gato por lobo

La confusión que rodea a este filme proviene de la concesión, hace un par de meses, de los premios Globos de Oro neoyorquinos, otras veces atinados, pero que esta vez han metido la pata hasta el cuello. Bailando con lobos se llevó, a costa de la abrumadoramente superior El padrino, los tres Globos más importantes, y la noticia corrió por el mundo: podemos estar ante la resurrección por todo lo alto del western, el gran género de géneros perdido. Ni más, ni menos. Pues bien, nada de eso.La riada llegó por sí sola: opción a 12 oscars, un gigantesco despliegue publicitario y expectación desmedida en su proyección en el Festival de Berlín, donde se supuso que iba a arrasar. No arrasó, en absoluto. Creó una suave división de opiniones, con silbidos en la proyeción para la prensa; pateo en el Urania por el magnífico público berlinés y, al final, en un amaño destinado a que Hollywood no saque las uñas contra lo que considera uno de sus escaparates, los organizadores de la Berlinale inventaron un inaudito premio especial para Kevin Costner, que fue abucheado y adornado con risotadas burlonas.

Bailando con lobos

Dirección: Kevin Costner. Guión: Michael Blake. Fotografía Dean Semler Estados Unidos, 1990. Intérpretes: Kevin Costner, Mary McDormell, Graham Greene, Rodney Grant, Floyd Red Crow, Tantoo Cardinal. Estreno en Madrid: cines Avenida, Luchana, Peñalver, La Vaguada y (en versión original) Renoir Plaza de España y Renoir Cuatro Caminos.

La película, sin estos antecedentes y los que vendrán el día de los Oscar, sería tan sólo un globo hinchado con bonitos colorines, pasable y recomendable para que gente paciente pase una apacible tarde de sábado. Pero, tal como nos llega, este bienintencionado (o no tanto, pues ofrece de tapadillo una versión falsaria de la historia india, con alguna coartada indecente para que el genocidio de Washington contra los sioux resulte digerible a la patriotería posreaganiana) y simplote filme se convierte en una estafa: gato por lobo.

En pañales

La película comienza bien: una intensa escena en el hospital de campaña donde Costner logra que no le amputen una pierna. Y, acto seguido, la escena de la batalla, prodigiosamente mal hecha, en un torbellino de tomas panorámicas curvas, rodadas con teleobjetivo y destinadas a encubrir el desconocimiento de Costner de las leyes de la captura del espacio, que en un western es asunto primordial. Ahí, en la segunda escena, comienza la película a venirse abajo. Y sigue en la rampa de caída durante las escenas de la huida al Oeste (con un tímido zoom incluido en medio de una pradera ilimitada, lo que es el colmo de la torpeza) y del fortín, donde ocurre un suicidio que carece de continuidad dramática y es síntoma de que Costner, como director, está en pañales, pues nada sabe extraer de un suceso tan fuerte como éste, que debía gravitar sobre todo lo que viene tras él.Luego llegan las escenas con el precioso lobo-gato, bonita pero fáciles; y la entrada de Costner en la idea de la naturaleza de los sioux, con muchacha irlandesa cautiva incluida, par que el consabido happy end lo sea entre gente blanca, en una película en la que se pretende exaltar el refinamiento de una cultura aborigen y en realidad se hace una manipulación blanca de un negra tragedia india. La película ahí, se derrumba.

Caramelo

Algunas escenas de la arcadia india son aceptables gracias al ancestral idioma lakota y a los buenos actores naturales que lo declaman. Pero la incompetencia de Costner sigue erosionando el ritmo del filme: la secuencia camina entre aceleraciones y estancamientos, pero siempre con paso cambiado y con resoluciones de escenas tan pedestres como aquella de la desbanda de de los búfalos, que comienza muy bien y termina encaramada en la lógica de un mal tebeo.La película convierte un asunto serio y grave en un caramelito dulzón, que pretende vestirse con traje trascendente y se le caen los pantalones. No es en absoluto un filme importante, sino vulgar. Pero su gusto por las formas ampulosas, su radiante fotografía el bello escenario de las pradera sobrepasan el inicial gato por lobo y este deriva hacia un más cotidiano gato por liebre. Es decir, Bailando con lobos engaña, buena prueba de que lo hace es su aura de "película del año", calificativo que sería indignante si no fuera ridículo.

Toda la cultura que va contigo te espera aquí.
Suscríbete

Babelia

Las novedades literarias analizadas por los mejores críticos en nuestro boletín semanal
RECÍBELO

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_