Los conservadores pasan factura
Parón en la reforma de la política exterior soviética
La política exterior soviética conocida con el nombre de "nuevo pensamiento" ha sufrido un parón, porque fue muy por delante de la capacidad de asimilación de poderosos sectores de la élite del país (nomenklatura, militares y complejo militar industrial). Para la digestión de los pasos que alinearon a la Unión Soviética con Occidente, todos estos sectores necesitan un tiempo, durante el cual los reformistas deberán esforzarse por defender, sin experimentar ningún retroceso, lo ya conseguido.
Éstas son las tesis que mantienen hoy en Moscú políticos y periodistas expertos en relaciones internacionales que apoyaron activamente la línea mantenida por Edvard Shevardnadze al frente de la diplomacia soviética, mientras los conservadores someten a revisión los logros más destacados de aquella época e incluso trataron de impedir que el Sóviet Supremo de la URSS (Parlamento) ratificara el tratado con Alemania firmado en octubre de 1990. La ratificación, que se produjo el lunes, era el último trámite para que fuera legal en la URSS el tratado de reunificación de Alemania. En la sesión se ratificaron además otros dos documentos: el Tratado de Buena Vecindad y Colaboración con Alemania y el desarrollo para una amplia cooperación económica e industrial."La política de Shevardnadze, en algunas etapas no tuvo en cuenta suficientemente la realidad soviética", dice Andréi Grashov, subjefe del Departamento de Internacional del Comité Central del Partido Comunista de la Unión Soviética. El papel más activo que el Ejército soviético tiene hoy en política exterior ha sido el precio que Moscú ha tenido que pagar por algunos de los pasos dados en este campo, opina Grashov, según el cual "Occidente debe compartir la responsabilidad por ello".
Andréi Grashov, un miembro del equipo que hizo posible el nuevo pensamiento, cita varias operaciones de política internacional por las cuales los conservadores pasan hoy factura.
1. La unión de Alemania, señala, fue un "engullimiento" de la República Democrática Alemana. Occidente impuso sus condiciones y desoyó las advertencias sobre las consecuencias que ello tendría sobre la "psicología y la posición del Ejército", señala el funcionario.
2. La salida precipitada de las tropas de Europa del Este supuso un duro golpe para el Ejército soviético no sólo desde el punto de vista material, ya que la URSS no estaba preparada para recibirlo, sino también psicológico, porque volvió a la patria como un ejército "expulsado", y a diferencia del Ejército francés, en Argelia, el Ejército soviético nunca se consideró a sí mismo un "ejército colonial".
3. El acelerado proceso de desarme impuso asimetrías y pasos unilaterales a la URSS.
Enemigos de la reforma
Estos tres factores, complementados con el desafío lanzado al Ejército en el Báltico y la omisión de los intereses del Complejo Militar Industrial, han convertido al estamento militar en un factor en el que pueden apoyarse los enemigos de la reforma, opina Grashov.El cambio en la política exterior de la URSS es "un reflejo de la realidad con la que nos encontramos y no supone un cambio de filosofía o de rumbo", señala Grashov, que teme un incremento de la presión sobre el presidente norteamericano George Bush para que vuelva a una línea "más tradicional" en su relación con el Kremlin. "Occidente", dice Grashov, "no debe caer en la tentación de un nuevo aislamiento de la URSS y romper vínculos, porque ello haría un favor a los conservadores y dejaría solo a Gorbachov frente a los conservadores".
En opinión de Grashov, Occidente tiene que asumir ahora el papel de apoyo de la política de reformas en la URSS que no han podido desempeñar los sectores reformistas radicales, demasiado débiles para servir de base a la reforma. La misión de Occidente, señala, es colocar a la Unión Soviética frente sus obligaciones internacionales, imponer la necesidad de crear un Estado de derecho, de hacer la transición al mercado y "no dejar caer el telón".
Para Grashov, lo más importante hoy es no abandonar las posiciones logradas. A partir de ahí, la velocidad para el avance deberá ser determinada "a tientas", por "el método experimental", cree el funcionario, según el cual el voto soviético en el Consejo de Seguridad de la ONU el 29 de noviembre de 1990, que permitía el uso de la fuerza contra Irak, se hizo de forma "muy apresurada" y sin haber "utilizado totalmente las posibilidades de búsqueda de una solución política". La posición soviética en el Consejo de Seguridad "limitó el marco de movimiento de los países europeos" en la búsqueda de una solución pacífica, para la crisis del Golfo, señala.
"Shevardnadze obligaba a Gorbachov a llevar adelante consecuentemente las decisiones en política internacional, y en los últimos tiempos de su gestión sus choques con los militares se hicieron más fuertes", señala Alexandr Pumpianski, el director del prestigioso semanario Tiempos Nuevos. Desde las páginas de esta revista, Pumpianski defiende los logros del nuevo pensamiento frente a personajes como el mariscal Serguéi Ajromeiev, antiguo jefe del Estado Mayor del Ejército Soviético. Este militar ha acusado a la OTAN de querer imponer sus condiciones a la URSS desde una posición de fuerza.
La desaparición de la estructura militar del Pacto de Varsovia en Occidente y la demostración del nivel tecnológico bélico norteamericano en el golfo Pérsico han sumido al estamento militar en un mar de preocupaciones. Una de las conclusiones que está sacando el Ejército soviético es que debe modernizar sus programas bélicos y sustituir las concepciones basadas en elementos cuantitativos por otras cualitativas donde prevalezcan las nuevas tecnologías.
La dimisión de Shevardnadze el 20 de diciembre marca simbólicamente el paso a una nueva época en la cual los militares van a "arrastrar los pies", según expresión de un comentarista, para cumplir sus compromisos con Occidente.
Uno de los ejemplos de la atmósfera que impregna la política internacional es el caso de los 800 tanques soviéticos que fueron sustraídos del Acuerdo sobre Armas Convencionales en Europa mediante su subordinación a la Marina y los intentos de escamotear equipo bélico trasladándolo más allá de los Urales.
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