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La esposa del preso político marroquí más antiguo confía en su liberación

Cristinne Serfaty confía en la próxima libertad de su marido. Lo ha asegurado con una lacónica frase -"Quizá mañana"- pronunciada en la puerta de la prisión de Kenitra, a unos 50 kilómetros de Rabat, pocos minutos después de haber visitado a su esposo, Abraham, uno de los reclusos más antiguos de Marruecos, que espera desde hace 17 años el beneficio de la gracia real.

La celebración del 30º aniversario de la llegada de Hassan II al trono y la puesta en libertad de los ocho miembros de la familia del general Ufkir han entreabierto la puerta de la esperanza en Marruecos y aquí se confía en una amplia y generosa medida de gracia en favor de algunos de los 400 presos políticos que se amontonan en las prisiones del país. Pero en medios oficiales se guarda un estricto silencio y nadie quiere dar el nombre de los presos políticos supuestamente afectados por el indulto real, entre otras razones porque dar sus nombres significa reconocer la existencia de reclusos de carácter político.Lo único que se conoce hasta ahora es una larga lista de 3.000 reclusos que se van a beneficiar en los próximos días de la gracia real. Pero las incógnitas continúan sin respuesta. ¿Cuántos de entre los indultados son presos políticos?, ¿estará en esta lista Abraham Serfaty, uno de los reclusos políticos más antiguos del país, convertido en símbolo de la intransigencia y de la falta de libertades?

Charla en la prisión

La única respuesta es la de esa mujer, Cristinne Serfaty, que este mediodía ha aparecido en la puerta de la prisión central de Kenitra. Acaba de hablar con su marido durante cerca de tres horas, mientras los periódicos de Europa rumorean su libertad."Confío en la libertad de mi marido. Quizás se produzca en las próximas horas", asegura Cristinne. Pero a continuación reconoce que en la mecánica de la administración judicial y penitenciaria de este país no hay ninguna fórmula establecida que permita asegurar o adelantar el hecho. Cuando llegue el momento, si es que llega, el director de la cárcel de Kenitra lo comunicará, al recluso, le dará el tiempo justo para recoger sus cosas y lo pondrá en la puerta de la prisión, o, como aconteció en 1989, con ocasión del último indulto, los llevará en el vehículo celular hasta la estación del tren.

Ayer Abraham y Cristinne hablaron por la mañana durante más de tres horas. No hablaron de su posible e inminente puesta en libertad. Asegura ella que es un terna que él no suele abordar por una cuestión de higiene mental. Han hablado del Golfo, de la movilización unitaria en favor de Irak celebrada en Rabat el pasado mes de febrero. Y han recordado también la playa de Alhucemas, donde él paseaba con su hija hace 17 años, antes de ser condenado a perpetuidad.

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