_
_
_
_
Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

El efecto contrario

DIEZ AÑOS no es nada, pero parecen una eternidad si recordamos las angustias de aquellas horas de un leja no mes de febrero: un grupo de militares conspiradores pretendió secuestrar a treinta y tantos millones de ciudadanos y devolver a España a la caverna de la que acababa de salir. Cualquiera que hubiera sido la for ma de la dictadura que los golpistas pretendieran im poner, es seguro que, de haber triunfado, difícilmente se habría librado este país de una sangría. Segura mente tampoco Videla o Pinochet, o el mismo Franco, pretendían expresamente provocar un masivo de rramamiento de sangre, pero a raudales la hicieron correr para imponer su dominio una vez producidos sus respectivos pronunciamientos. El fracaso de Tejero y de Milans, y el de Armada y los demás, nos libró a los españoles de meses, años o décadas, pues eso no podrá saberse nunca, de miserias y sufrimientos. Porque lo Único seguro es que ni uno solo de los problemas que preocupaban a los españoles de 1981 hubiera sido resuelto por los golpistas.Sus invocaciones a la patria y al honor fueron falaces. No hay patria digna de aprecio si su nombre ha de prevalecer sobre quienes la integran. Uno de los participantes en la intentona del 23-F, el entonces capitán de la Guardia Civil Gil Sánchez Valiente, escribió años después en el diario El Alcázar que "la idea que de España abrigo es más cara a mi sentir, y está incluso por encima, que mi respeto a los españoles mismos". Frente a ese patriotismo zarzuelero se eleva el patriotismo constitucional que proclama la adhesión racional de los ciudadanos a los valores de la libertad y su lealtad a las instituciones que la encarnan.

La experiencia demuestra, de otro lado, que incluso el más fanático de los golpistas necesita alguna coartada con la que justificar su deslealtad. Tras el juicio de Campamento y los ensayos publicados durante los últimos años y días, hoy sabemos que los golpistas del 23-F fueron a buscar esa coartada en el terrorismo y en la absurda equiparación de la organización autonómica del Estado democrático con el separatisrrio. Las 124 víctimas de esa otra violencia irracional registradas a lo largo de 1980 fueron esgrimidas conio principal bandera por los asaltantes del Congreso. No es seguro que sin ella hubieran desistido de hacerlo, pero pocas dudas hay de que fue un poderorso estímulo de su afán. Lo que demuestra una vez más la secreta solidaridad que une a quienes desde posiciones simétricamente opuestas coinciden en su odio -o, más que odio, desprecio- a la democracia, que iguala el valor del voto de todos los ciudadanos. Pruebas de ello fueron los asesinatos, cometidos por ETA, de los generales Quintana y Lago, figuras importantes en la desactivación del golpe.

Otra enseñanza de aquella experiencia es que la democracia no debe darse por supuesta, sino ser defendida y reforzada diariamente. Sin las conspiraciones de los barones de UCD que minaron la autoridad de su presidente y la frívola deslegitimación, desde diversas trincheras, incluida la oposición socialista, de los sucesivos gobiernos de Adolfo Suárez, las conjuras que confluyeron el 23-F no hubieran seguramente pasado del papel a los actos. Superado el aislacionismo exterior mediante la integración en las estructuras políticas, económicas y de defensa del mundo occidental, consolidado el nuevo diseño autonómico del Estado, avanzado el proceso de reforma democrática de las Fuerzas Armadas, la fortaleza del sistema es hoy mucho mayor que hace una década. El Rey, que el 23-F mantuvo la fidelidad al sistema constitucional, consolidó con su actitud la Monarquía parlamentaria.

Haz que tu opinión importe, no te pierdas nada.
SIGUE LEYENDO

El que, pese a la existencia de algunos síntomas preocupantes -en terrenos como el de la corrupción-, las propuestas demagógicas de la extrema derecha no hayan conseguido en España un eco comparable al alcanzado en otros países es un testimonio de esa fortaleza. Y ello porque uno de los efectos no previstos por los golpistas fue el incremento del aprecio por las libertades que se produciría como reacción al riesgo de perderlas.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_