El Parlamento soviético condena la actitud de Yeltsin
El Parlamento de la Unión Soviética aprobó ayer por 280 votos a favor y 31 en contra una resolución, en la que se califican las ideas expresadas por el líder ruso, Borís Yeltsin, como "un llamamiento a la liquidación de los órganos legítimamente elegidos" y como "contrarias a la Constitución".Yeltsin planteó en una declaración televisada la necesidad de que dimita el presidente de la URSS, Mijail Gorbachov, y entregue el poder al Consejo de la Federación. Por su parte, el ex ministro de Exteriores de la úRSS, Edvard Shevarnadze, efectuó ayer un llamamiento para un entendirniento entre Yeltsin y Gorbachov, que calificó de imprescindible en las actuales circunstancias soviéticas.
Con anterioridad, los diputados conservadores habían hecho cola ante los micrófonos del Parlamento para acusar a Yeltsin de incitar a la guerra civil y querer restablecer el régimen "burgués". La exigencia del líder ruso de que el presidente soviético Mijaíl Gorbachov dimita es un "verdadero llarnamiento a la guerra civil, indigno de un líder que quiere ponerse a la cabeza de] Estado", dijo Serguéi Azárov, diputado que representa a la Organización de Veteranos de la Guerra y el Trabajo.
"La intervención de Borís Yeltsin por la televisión, que en esencia contenía un llamamiento a cambiar el sistema de poder en el país, crea una situación excepcional", declaró Anatoli Denísov, jefe de la comisión de Ética parlamentaria. La diputada Galina Fomenko opinó que Yeltsin, en realidad, quería "desmontar el sistema socialista",para restablecer el "orden burgués". "Nos quieren hacer partícipes de una intriga dominada por las ambiciones de poder de Yeltsin", dijo la diputada, agregando, como buena representante del Comité de Mujeres, que si seguían así las cosas, los dirigentes del país efectivamente tendrían que dimitir y entregarles el poder a ellas para que puedan salvar la URSS.
El osetio Anatoli Chejóyev, copresidente del grupo conservador Soyuz, interpretó las palabras de Yeltsin como el "anuncio del comienzo de la guerra civil" y dijo que era hora de implantar el estado de excepción en el país. Incluso en la reunión del progresista grupo Interregional hubo quienes opinaron que la entrevista de Yeltsin fue un error.
El más moderado fue quizás el pintor armenio Guenrij Iguitián, quien pidió que se invitara tanto a Yeltsin como a Gorbachov al Parlamento para que rindieran cuenta de sus acciones. Iguitián subrayó que había que terminar la con la confrontación existente entre ambos líderes.
Como las colas ante los micrófonos iban creciendo, amenazando con paralizar la labor del Sóviet Supremo, se decidió suspender la discusión sobre Yeltsin y reanudarla al final del día.
En los pasillos de¡ Kremlin, el popular coronel Víktor Alksnis comentó: "Es el fin de Yeltsin"
En Georgia, mientras tanto, en la ciudad de Kvareli murieron dos miembros del grupo paramilitar Mjedrioni y un sacerdote que se encontraba por casualidad en el lugar donde se produjo un choque armado entre combatientes georgianos y tropas del Ministerio del Interior.
Aunque dicho ministerio georgiano no confirmó las muertes, sí reconoció que habían realizado una operación, "para incautar armas a las fórmaciones militares ilegales".
El Parlamento sovictico aprobó ayer una resolución sobre Osetia del Sur, territorio que pertenece a Georgia, pere, que se enfrenta a las nuevas autoridades de esa república del Cáucaso, en demanda de una autonomía propia. Los diputados pidieron al Sóviet Supremo georgiano que imponga el estado de excepción en Osetia del Sur "con la participación de las fuerzas del Ministerio del Interior de la URSS", tome medidas para terminar con el bloqueo impuesto a la región por georgianos, y garantice el abastecimiento de energía eléctrica, combustible y alimentos a los osetios. Según la 'ley soviética, si los georgianos no hacen caso a las recomendaciones del Parlamento de la URSS, el presidente Gorbachov puede imponer él mismo el estado de excepción, sin el consentimiento de la republica. Los diputados también escucharon el informe del primer ministro Valentín Páv1ov sobre el proyecto de ley del Gabinete ministerial.
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