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Collor busca apoyo parlamentario para superar la crisis económica en Brasil

RICARDO SOCA, Mientras los estantes vacíos en los supermercados de todo Brasil dan mudo testimonio del desabastecimiento de alimentos, que se agrava día a día y que amenaza la política antinflacionista del Gobierno, el presidente Fernando Collor pidió ayuda al Congreso para sortear la grave crisis económica que se abate sobre el país.

Muchas pequeñas empresas cierran sus puertas, y las grandes industrias recurren a despidos masivos para hacer frente a la recesión.

En el dinámico cinturón industrial de Sao Paulo, hoy afectado por el retroceso económico, 60.000 trabajadores perdieron sus empleos durante el mes de enero; la empresa Autolatina, el holding que controla la Ford y la Volkswagen en Argentina y en Brasil, despidió el miércoles día 20 a 5. 100 trabajadores alegando escasas ventas de automóviles.

"El Congreso debe ayudarnos sin prejuicios paralizantes, pues éste no es momento para enfrentamientos", dijo Collor al pedir a los parlamentarios un apoyo por encima de banderías. El mandatario señaló que "la gravedad del momento, como consecuencia de la incertidumbre por la crisis del golfo Pérsico, exige acciones decididas y urgentes como las que hemos adoptado".

La recesión se instaló en Brasil a impulsos de la austera política antinflacionista llevada a cabo por el Gobierno a partir de 1990, cuando el producto interior bruto cayó un 4%. Sin embargo, el coste de la vida, indiferente a la orientación gubernamental, prosiguió su impetuosa marcha ascendente, que lo llevó a superar el mes pasado la tasa del 20%.

El 31 de enero, la ministra de Economía, Zelia Cardoso de Mello, anunció la adopción de un austero programa para luchar contra la inflación mediante la congelación de precios y salarlos por quinta vez en los últimos cinco anos, y amenazó con severas sanciones a los empresarios que aumentaran sus precios.

También decidió eliminar el mercado overnight de depósitos bancarios remunerados por un día, cuya tasa de rédito era uno de los indicadores de la economía. El plan económico dividió a la izquierda y a la derecha. Suscitó el repudio de sindicalistas descontentos con la corrosión de los salarios y de empresarios disconformes con la congelación de precios.

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