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Una ofensiva terrestre, ¿sí o no?

Toda guerra está, en primer lugar y principalmente, controlada por consideraciones políticas. La Operación Tormenta del Desierto no es una excepción. Por el contrario, y especialmente en el campo norteamericano, los aspectos políticos en este caso juegan un papel extremadamente importante. Estas consideraciones políticas imponen restricciones y obligaciones en la planificación militar y, en muchos casos, crean obligaciones difícilmente aceptables para los jefes militares.El primer problema reside en la necesidad de actuar dentro del marco de las resoluciones del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas. Es el Consejo y sus resoluciones los que legitiman internacionalmente el uso de la fuerza contra Irak. Estas resoluciones fueron necesarias ,para poder adoptar las diversas medidas tomadas contra Irak durante la fase Escudo del Desierto y, posteriormente, aún lo fueron más para la Operación Tormenta del Desierto. Sin embargo, el consejo ya no puede cambiar o revocar esas resoluciones a menos que Washington esté de acuerdo; lo garantiza el veto de Estados Unidos en el Consejo de Seguridad.

El siguiente problema es preservar la muy delicada y vulnerable coalición que tanto costó formar. Desde este punto de vista, surgen varios problemas diferentes:

- El primero y principal, Arabia Saudí. No habría operación posible si los saudíes no fueran los anfitriones de las tropas extranjeras, a las que permiten la permanencia en su territorio (inútil mencionar que la autorizada presencia de los infieles y sus operaciones crean un problema gravísimo a Arabia Saudí, que es la representante más conservadora de la tradición musulmana).

- El segundo es Egipto, Siría y Turquía. Son los socios árabes y musulmanes de la coalición los que prestan una legitimidad moral a la guerra contra Irak. Para Estados Unidos es sumamente importante evitar una guerra que pudiera ser considerada corno la guerra del imperialismo occidental contra el mundo islámico.

- El tercero es el de todos los demás aliados. Son necesarios, tanto por su participación militar corno por su respaldo político. Al tener veto en el Consejo de Seguridad, el Reino Unido y Francia son miembros muy importantes de la coalición y, por tanto, requieren un trato esmerado.

- El cuarto problema es el frente doméstico norteamericano. Aun cuando ya han transcurrido 18 años desde el fin de la guerra de Vietnam, la traumática experiencia pesa aún como una losa en el ánimo de la mayoría de los norteamericanos. No hay presidente de EE UU capaz de implicar a su país en una guerra larga, una guerra que puede durar muchos meses o incluso años; tampoco puede permitir una guerra que ocasione un elevado número de bajas norteamericanas. -

Todas estas consideraciones han forzado a los estrategas a adoptar una táctica militar basada en tres fases. Las dos primeras se llevarían exclusivamente a cabo por medio de la tremenda superioridad aérea aliada:-La primera fase se dedicaría a la destrucción (o, por lo menos, a un severo castigo) de la estructura estratégica iraquí: todos los aeropuertos militares, las defensas aéreas iraquíes y, a ser posible, todos los aviones; el sistema de comunicaciones militares, así como las redes de comunicaciones civiles (entre otras cosas, para acallar la radio y la televisión); las industrias militares iraquíes y, especialmente, sus capacidades no convencionales; y, por una razón diferente, los lanzadores de misiles Scud.

-La segunda fase, en la que nos encontramos en este momento, se dedicaría al bombardeo masivo ininterrumpido (así como el ataque artillero naval y terrestre) para preparar la ofensiva por tierra. Los blancos principales serían las divisiones iraquíes desplegadas a lo largo de la frontera de Kuwait, las reservas estratégicas (las divisiones de la Guardia Republicana de Irak), preparadas para reforzar la línea del frente o contraatacar una penetración aliada, y el sistema militar iraquí de abastecimiento.La ofensiva terrestreEl mando aliado y, en este caso, el presidehte George Bush, deberán tomar la decisión de si realizar la ofensiva, terrestre y, en ese caso, de cuándo empezarla. Es bien sabido que una guerra no puede ser ganada desde el aire; tarde o temprano, las fuerzas de infantería tendrán que entrar - en acción para ocupar el área disputada.

Aquellos que comparten este punto de vista hablan, claro está, de resultados militares con armas convencionales. Si Estados Unidos o los aliados emplearan armas nucleares, los resultados serían completamente distintos. Sin embargo, no vemos posibilidad alguna de que en esta guerra la coalición aliada hago uso de armas nucleares, a menos, quizá, de que por parte iraquí se produzca un ataque con armas de destrucción masiva (químicas, biológicas y quizá nucleares o radiactivas). Ni el mundo ni los americanos permitirían una decisión de esta naturaleza.

Para los aliados, el tiempo se acaba. Dentro de aproximadamente seis o siete semanas, el calor en esa región se hará cada vez más insoportable; es difícil imaginar que las tropas norteamericanas inicien entonces una ofensiva por tierra. Además, el miedo a que la delicada alianza se resquebraje es cada vez más palpable. .

Pero, por otro lado, existen también razones de peso para retrasar el ataque por tierra hasta el último momento.

Para empezar, y a pesar de todo el bombardeo, no hay indicios de que Irak, sus fuerzas militares o el propio Sadam Husein, vayan a derrumbarse. La estrategia iraquí ha sido, desde' el principio, una estrategia de pie firme. Han tenido tiempo sobrado para atrincherarse y desplegar todos los suministros militares necesarios.

Sin embargo, la consideración más importante desde el punto de vista norteamericano es el temor a un gran número de muertos. Por el momento, las bajas estadounidenses han sido mínimas, pero es probable que esto cambie cuando empiece la contienda en tierra. A este respecto, el problema actual para los americanos es decidir una fecha: a) que permita a las continuas incursiones aéreas bombardear con total precisión sus objetivos, a fin de que la infantería tenga más probabilidad de penetración fácil y rápida; b) que permita un plazo suficiente antes de que el mal tiempo en el área haga casi imposible una ininterrumpida ofensiva terrestre; c) que permita que los resultados militares sean rápidos, para que las presiones públicas en EE UU o en el mundo árabe no tengan tiempo de reaccionar ante el elevado número de bajas que ha de producirse. El presidente Bush -junto con Cheney, y los generales Powell y Schwarzkopf- debe estar a punto de tomar esta decisión: Para ellos, ésta será la más crucial de la guerra.Shlomo Gasit es general de división israelí.

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