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"Deseo justificarme ante el pueblo"

Los congresos del Partido Comunista de Rusia. el 28º Congreso del Partido Comunista de la Unión Soviética (PCUS) y sus plenos posteriores han confirmado experimentalmente, en términos generales, la evidente hipótesis teórica de que es imposible el cambio radical del PCUS. El partido, creado originariamente corno un partido de tipo especial, destinado a la toma revolucionaria del poder (el ala bolchevique) y para la dirección autoritaria y monopolista del poder, no es reformable en profundidad. Pero eso es exactamente, por definición, dirían los matemáticos, lo indispensable.Sinceramente, tampoco producen optimismo los Congresos de los Diputados Populares sobre todo el último, que ha sido casi idéntico al rebelde pleno del Comité Central del PCUS.

Es bien conocido que Cristo superó la tentación en tres ocasiones, y eso estando solo en el desierto. En esto también se ve su grandeza. Mientras que nosotros toda nuestra sociedad civil hecha jirones vivimos en un mundo de tentaciones y, sacrilegios, de engaños y espejos deformantes. De ahí que -y dejémonos de ilusiones- no solamente no queremos, sino que me parece que ya no podemos entender lo que somos, dónde vivimos, qué queremos y los intereses de quienes defendemos. Ya es el alfa y omega de nuestra existencia la filosofía del saqueo, del parasitismo social, del reparto de rapiña y partición arbitraria, la del advenedizo y de la plebe. Vivimos en un mundo de individuos en descomposición, de pasiones desbocadas, de desprecio al prójimo; en un mundo de incomprensión de los problemas básicos de desarrollo de la civilización y la cultura. Vivimos, de hecho, fuera de la cultura. Hemos violado la fe, blasfemamos confiando ingenuamente en que la historia puede ser engañada y reescrita a nuestro antojo. Cristo se refirió exactamente a nosotros cuando, crucificado, pronunció su desgarrador: "Perdónalos, Señor, pues no saben lo que hacen".

Es evidente que la profundísima crisis en que está sumida hoy nuestra sociedad no se inició en abril de 1985, ni tampoco en el periodo del estancamiento. Al empeñarnos en convencernos de lo contrario volvemos a caer una vez más en la tentación, al intentar esclarecer cómo es que hemos acabado sumidos en este agujero y el modo de salir de él perdemos tierra Firme pensando ingenuamente que eso es posible en el marco del sistema político-social existente. Hay que comprencler firmemente, puesto que es un axioma, que la crisis cornenzó en octubre de 1917. Sin entender esto estamos condenados. Hoy aún hay tiempo para recapacitar. mañana ya será tarde. Aquí se me podría objetar diciendo que en tal caso habría que buscar los orígenes de la crisis a partir de Belinski [un filósofo materialista ruso del siglo XIX]. Tal vez sea verdad, pero no tengo ningún deseo de entrar en semejantes profundidades históricas.

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Al hacer una evaluación de la Revolución de Octubre, lo más peligroso es caer en la vulgaridad política e ideológica, en los intentos tanto irresponsables como zafios de exigir una votación nominal en busca de los culpables. A primera vista es una vía objetiva, pero de hecho es absolutamente superficial, pagana y, destructiva; es una vía de venganza universal. No tiene ninguna base histórica y, no es más que otra tentación. Tampoco es racional Y operativo juzgar la Revolución de Octubre en términos de si ha sido un error o un crimen. Es más sensato reconocer con serenidad que mejor habría sido si no hubiese ocurrido Y superarlo de modo constructivo. El mal puede ser vencido sólo por el bien. ¡Demócratas, no os olvidéis de esto!.

No creo que vaya a revelar ningún secreto al decir que lo que nosotros denominamos la Gran Revolución Socialista de Octubre, los historiadores de todo el mundo le llaman "el golpe de octubre" o "la aventura de octubre de Lenin y Trotski". Por supuesto, el problema no está en los apellidos, pero sin ellos tampoco sería posible hacer un juicio rnás o menos objetivo del acontecimiento que, por haberse realizado, nos condujo a un callejón sin salida histórico, y no por ambiciones egoístas ni por deficiencias inorales de sus líderes. Se puede o no estar de acuerdo con esta afirmación, SC Puede gritar, patalear y tirar piedras al que profliere esto, pero es la verdad, y ésta, si nos atenemos al proverbio, vale más que Platón.

Y lo cierto de esta verdad es que si los bolcheviques, con Lenin a la cabeza, no hubiesen creído en la revolución mundial permanente, que para ellos era como el Testamento, la Revolución de, Octubre río habría ocurrido. Este era el nudo más difícil de desatar de las divergenclas entre la socialdemocracia revolucionaria y la oportunista, y el de la tragedia personal de algunos de sus no peores representantes. Para Lenin, la misión histórica del Partido Socialdemócrata Obrero Ruso consistía en que a través de la Revolución de Octubre se daría un empujón a la revolución mundial. Pero fue un trágico error, y si damos por cierta la afirmación de Talleyrand, el delito no es error, pero un error puede ser delito. El proletariado mundial no estaba en absoluto preparado para la revolución mundial, de lo que, más que convincentemente, Plejánov, Mártov y toda la socialdemocracia occidental intentaban convencer a los bolcheviques. Mucho menos aún lo estaba el proletariado ruso. Sólo hay que recordar el trágico encuentro de Kropotkin y Plejánov a raíz de su regreso a Rusia en 1917.

Dejémonos de imponer tabúes al análisis verdaderarnente científlico del problerna. Si no se tiene clara conciencia de ello, el movirniento socialista en nuestro país estará condenado al fracaso para siempre. Es preciso comprender que si querernos que el pueblo o a menos Una parte considerable de él siga creyendo un poco en la variante socialista, hay, que hacer un juicio honesto y profundo de lo que representa octubre de 1917 y no adorarlo. Dejémonos de crear ídolos. Lo realmente ver dadero es que en lugar de la revolución permanente, nílestro país recibió la crisis permanente y total del socialismo deformado, al que se adhirieron países otrora hermanos Y que hoy ya han sido excornulnidos, sobre todo por los congresos y plenos de sus hermanos mayores los comunistas de Rusia.

En el 28º congreso, creo que Gorbachov hizo el últinio intento de consolidar el PCUS. pero, iay!, fracasó en su propósito. Un jarrón hecho pedazos, al igual que el amor, ya no se recompone.

Sigue sorprendiéndome sobremanera, aunque entiendo que es de ingenuos, el que nos llamemos partido de orientación socialista y futuro comunista y proclamemos nuestro propósito de edificar el socialismo democrático v hurnano sin definir claramente ninguno de estos dos conceptos. Será porque es más confortable desde el punto de vista político. Por eso hago recordar las palabras de Marx ampliamente conocidas: la etiqueta del sistema se diferencia de la de la mercancía precisamente porque, a menudo, defrauda tanto al comprador como al vendedor. Pero, la verdad sea dicha, muchos vendedores han procurado vender incluso la mercancía podrida y algunos compradores sabían lo que compraban. Pero, ¿cómo contabilizar el cruel precio qUe pagó nuestra sociedad por la proyectomanía social?

Me sigo considerando socialista, pero el socialismo para mí es:

1. La democracia política real cimentada en el pluripartidismo, la interrelación de las instituciones sociales conformadoras de la sociedad civil y la oposición parlamentaria efectiva.

2. El sistema económico basado en el verdadero pluripartidismo de propiedad -incluida,

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"Deseo justificarme ante el pueblo"

Viene de la página anteriorpor supuesto, la privada- y en la libre empresa.

3. El impuesto de renta progresivo, que para nuestro país, en la miseria, no debe ser tan severo como lo es hoy, con un eficaz sistema de protección social de los trabajadores.

4. El sistema de protección del medio ambiente efectivo.

El socialismo para mí es el culto a la persona, el culto al yo. Si no entendemos esto pereceremos definitivamente. Y en cuanto a los adjetivos de rostro humano y democrático, no son más que perogrulladas, un intento de salvar el superdeformado socialismo estalinista.

Respecto al futuro comunista, tendré la osadía de afirmar que la sociedad llamada comunismo no existió, no existe y no existirá jamás. Es antinatural. Aunque reconozco que la propensión del pueblo ruso -y con esto no pretendo ofender a ningún pueblo- al pensamiento escatológico y a la fe en el milenarismo me obligan a pensar que tal vez vaya a existir el comunismo dentro de 1.000 años. Puede ser. Y puede que para aquel entonces alguien resuelva también el problema de la teodicea. Así es que dejemos a las generaciones que vengan detrás de nosotros aunque sea algún trabajo. Que sean ellos, que serán más inteligentes que nosotros, los que construyan, reconstruyan y acaben de construir el comunismo. Porque no vaya a ser que, entregándose tanto a la distribución según las necesidades, se encuentren, como nosotros, con que ya no queda nada que distribuir. Y tampoco quedarán ya las capacidades. ¿Acaso, también ellos, en el comunismo, tendrán que estar eligiendo entre una cartilla o unos cupones de racionamiento? ¿Qué será aquello, la farsa o la tragedia?

En 1939, Fiódor Raskolnikov escribió su célebre carta abierta a Stalin. Censurándole airadamente por las masivas represiones que eran un verdadero genocidio contra su propio pueblo, RaskoInikov le echó en cara la acusación de haber corrompido y ensuciado las almas de los soviéticos. Creo que RaskoInikov no se imaginaba cuán amplio y profundo era su juicio y qué larga vigencia profética iban a tener sus palabras, aunque ya en el Evangelio se dice que hay que temer más a los destructores del alma que a los del cuerpo. No dudo de que cada uno de nosotros, incluso estando solos, se pregunta si cabe en ese lecho de Procusto. Pero aquí creo que exagero un poco al decir cada uno.

A la televisión se le puede expresar un profundo agradecimiento porque ha demostrado que el ensuciamiento y la corrupción de las almas aún es invencible. Seguimos, como antes, viviendo con las almas corrompidas, y eso es lo más terrible. Si no lo superamos, la sociedad morirá. Así pues, ¿vamos a seguir ayudando al camarada Stalin o procuramos ser un poco más sensatos? ¿O, por el contrario, otra vez vamos a dar motivo a nuestro creo que gran poeta N. Nekrasov para decir de nosotros: "Vándalos, salvaje tropel de borrachos, maestros en destruir, no en crear"? ¿O acaso otra vez perderemos la batalla de Kalka [contra la invasión mongola] y nos pondremos a esperar a que el yugo de turno venga a acabar por nosotros con nuestra sangrienta guerra interna?

Es vergonzoso y repugnante presenciar los métodos ultraeducados que emplean nuestros elegidos populares y los delegados del partido. Es imposible que una persona normal no acabe en locura viendo los modernos espectáculos políticos, que hacen que la lucha de los gladiadores parezca un modelo de ética y caballerosidad.

V. Guiliarovski decía: "Rusia sufre dos desgracias. / Abajo, el poder de las tinieblas; / arriba, las tinieblas del poder". Dudo, no obstante, que para nuestra situación actual sirva esta profunda afirmación. Lo que hoy hay abajo es el ultrapoder de las tinieblas, y arriba, la parálisis del poder. Pero los últimos congresos obligan a pensar que es posible que esté ocurriendo la integración de todos los niveles del poder de las tinieblas. Sobre esto deben meditar profundamente todos los políticos, aunque no solamente ellos, si es que realmente para ellos los intereses del pueblo están por encima de sus ambiciones políticas provincianas. En una palabra, hay que acabar de plano con esta violación colectiva del pueblo. Jamás en mi vida he visto tanta cantidad de rencor concentrado como en los congresos.

Pero ¿cuál es, en definitiva, la base social que sustenta al PCUS, el partido gobernante, como se dice ahora? La respuesta estereotipada es: el PCUS es el partido de los trabajadores. Dios me perdone, y disculpadme por la reiteración, pero ni siquiera Jesucristo pudo unir a todos sus correligionarios. Y qué se puede decir de los mineros de Donetsk que en su primer congreso renegaron públicamente del PCUS? ¿Acaso han sido ellos los únicos?

Digámoslo claramente: el PCUS jamás ha sido el partido de los obreros (sólo hay que recordar a la "oposición obrera" de Shliapnikov), jamás fue el representante de la dictadura del proletariado; siempre ha sido el partido de tipo especial, es decir, el partido del aparato que dirigía a las masas militantes, y a mí incluido. En nombre de los trabajadores subyugábamos a los propios trabajadores, convertimos el trabajo en trabajos forzados e hicimos del sistema un imperio esclavista feudal de la clase recluta de la URSS. Hemos abolido la explotación del hombre por el hombre, pero con profundo placer seguimos observando cómo el Estado de los obreros, los campesinos y los intelectuales populares superexplota tanto a unos, como a otros, como a los terceros.

Provocan vergüenza los extasiados aplausos de la sala de comunistas a Iván Polozkov, para quien la convicción en la verdad del marxismo-leninismo está por encima de la necesidad de alimentar y vestir a nuestro miserable y casi famélico pueblo. Da vergüenza por el flamante teórico-ideólogo del Partido Comunista de Rusia, Belov, quien exhorta a todos a de sembriagarse, y para quitar el malestar de la borrachera ofrece el matarratas de su comunismo doméstico. Me avergüenzo de mí mismo.

Tengo la total seguridad de que el lector se preguntará para qué pierde el tiempo Shatalin repitiendo todas estas verdades, dichas ya hasta la saciedad. Pues con una sola intención: prevenir, al menos a mí mismo, de no volver a caer en la tentación de lograr algo sin cambiar nada.

Los últimos acontecimientos en el país son una señal de alarma que advierte sobre la catástrofe que se aproxima, y también es otra tentación. Otra vez queremos resolver el irresoluble problema de la cuadratura del círculo: la errónea y superficial evaluación de la situación en abril de 1985, en términos de socialismo deformado, induce a la elección de la vía de barnizado del sistema, aplicando la aceleración y la revolución científico-técnica; al fracasar la estrategia se exhorta al socialismo con rostro humano, democrático sin propiedad privada, sin la explotación del hombre por el hombre, sin la enajenación del producto; se vuelve a dar otro barnizado y..., aparece el borde del precipicio.

Estamos ante la escasez absoluta de absolutamente todo, salvo las palabras, y con el intento en el IV Congreso de los Diputados Populares de atravesar el precipicio en dos saltos. ¡Dios mío, cuántas veces se ha utilizado esto en la historia rusa! Será que Hegel tenía razón al decir que la lección fundamental que sacan los hombres de la historia es que no sacan ninguna lección de ella. Por esto, el estudio de los orígenes del comunismo ruso no es, ni mucho menos, una competición académica en agudeza mental.

Nos hemos quedado infinitamente alejados del pueblo, y nos detuvimos ante el materialismo histórico, que ha demostrado más que convincentemente que las economías capitales de mercado han vencido por un sonado KO a los socialistas planificados. Pienso que ni en el delirio se le habrían aparecido a Marx las estanterías llenas de vacío de los comercios socialistas, y en cuanto a todos sus razonamientos cuasi hegelianos sobre el fetichismo mercantil, él mismo los anatematizaría. Pero, por lo visto, no han nacido aún Torquemada ni Ignacio de Loyola.

Qué indolente hay que ser con su propio pueblo para estar hablando de su elección socialista y del futuro comunista, y en lugar de producir las mercancías, transformarlas en fetiches. Después de esto no creo que sea necesario explicar el porqué del rechazo, apoyado con júbilo tanto por los de arriba como por los de abajo, del Programa 500 días. En esta situación no ayudaría ni Las mil y una noches. Los intereses del instinto de conservación y de la sujeción del poder vuelven a estar por encima de los intereses del pueblo.

El IV Congreso de los Diputados Populares ni siquiera rozó el tema de cómo salir de la profundísima crisis económica y del total desplome de la economía, aunque sí ha discutido la cuestión del poder con el evidente desplazamiento generalizado a la derecha como telón de fondo.

El porqué de lo ocurrido necesita un análisis aparte. Puede que los actores no hayan comprendido lo que quería de ellos el director, o éste logró obtener un fracaso artístico, o. .. Desconozco todas las variantes. La sociedad, si no se ve empujada por el hambre y el frío, quiere volver al letargo y contentarse con su tan familiar estilo de vida de bestias.

Una vez más, las relaciones interétnicas en la democracia han sufrido un golpe tosco, pero premeditado. Sobre el KO lanzado a la economía ya se ha hablado en exceso, pero ¿son adecuadas las personas a las que el presidente de la URSS quiere encomendar los trabajos de salvamento? ¿Acaso piensa que el equipo que dejó pasar el durísimo golpe tiene el estímulo y el coraje para corregir la situación? ¿O piensa, tal vez, que se puede ganar la final mundial de fútbol con un equipo de sustitución?

El árbitro ya llegó hasta nueve, pero sonó la campana. El Politburó volvió a recordar quién es el verdadero patrón en el país, pero ¿no será esto una victoria pírrica?

Diputados, recapacitad y pensad si no tendréis que volver a reuniros en un nuevo congreso extraordinario. Lo que hoy pretende ser "la transición a la economía de mercado" es un suicidio natural, es un navegar sin timón ni velas.

Dudo de que en la historia de Rusia hubiesen existido casos de tan hábil reducción del déficit del presupuesto estatal con un final de hiperinflación y catástrofe económica. Para salir de este mar hace falta con urgencia un nuevo equipo inteligente y con voluntad, que inmediatamente sea el enlace entre las repúblicas y los partidos, lo que, tal vez, sea vital para la economía. Pero esto debe hacerse, de una vez por todas, por profesionales.

La actual organización del poder no podrá solucionar este problema. Volvamos inmediatamente al Programa 500 días. Y si no son suficientes, añadámosles Un día en la vida de Iván Denisovich. En lo que a mí concierne, quiero justificarme ante el pueblo por mi falta de principios.

, académico, es el autor del denominado Programa 500 Días, para la reforma de la economía de la URSS. Fue miembro del consejo presidencial de Gorbachov.

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