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Reportaje:

El muro del Estrecho

Centenares de africanos aguardan en las costas marroquíes una oportunidad para ir a Europa

Los africanos llaman sarini warjaâ ("paséame y devuélveme") a los buques de pasajeros que salen de Tánger (Marruecos) con destino a Algeciras (Cádiz). Su sentido de la realidad también les ha hecho rebautizar el pasaporte, que ellos llaman haddu Tanjah ("límiteTánger"). Más de la mitad de los pasajeros que viajan de Algeciras a Marruecos son africanos expulsados que ven en España su tierra prometida. Eso les lleva a perder sus pocos recursos en sobornar a policías españoles o en comprar contratos de trabajo inexistentes o falsas prescripciones médicas. Son muchos los que han perdido la vida al cruzar de noche un estrecho de Gibraltar cada día más interminable.

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Un total de 22 africanos sin pasaporte y procedentes de Nigeria, Camerún, Senegal y Liberia embarcaron una noche de luna nueva del pasado verano en una patera (barca de pesca de bajura) que los llevaría a las costas de Cádiz desde el cabo Espartel, unos siete kilómetros al oeste de Tánger. Algunos habían pagado 1.000 pesetas a Azis Ben Dris, intermediario venido de Mequinez que los remitió a Samir Kassen, un segundo intermediario que les cobró 50.000 pesetas, se quedó con 3.000 y, los citó con el patrón de la patera a las once de la noche. De cada uno, el patrón se quedó con 20.000 pesetas y entregó 27.000 al hombre de confianza de un importante empresario de pesca marroquí,La patera zarpó, navegó sin incidencias unas 20 millas y los desembarcó en una playa tranquila y oscura. Los emigrantes clandestinos se adentraron en tierra con precaución pero con la alegría de verse sanos y salvos en España. Tardaron menos de 10 minutos en tropezarse con un viejo de chilaba parda que les informó de que estaban en Ksar es Seghir, un lugar al este de Tánger. Indignados por el engaño, fueron con su historia a la policía marroquí y consiguieron que el patrón y sus dos tripulantes pasaran medio año en la cárcel, pero ellos no pudieron librarse de un mes de prisión.

No obstante, el mayor riesgo que afrontan los africanos que se atreven a navegar de noche hacia España. no es el de quedarse en tierra o entrar en las prisiones marroquíes, que están lejos de ser lo mejor del país, sino que cada poco se producen hundimientos de pateras por exceso de carga humana y caídas al mar por los rigores del temporal y la fragilidad de las barcas.

Ciego, sordo y mudo

Decenas de jóvenes negros deambulan por la calle Uno (llamada así por su anchura en metros), se alojan por 300 pesetas diarias en la pensión Tan Tan y pasan las horas muertas viendo las cadenas de televisión españolas en el café Najah. Muchos hacen acopio de algo de hachís o de heroína porque saben que su sustento en los meses que tarden en encontrar trabajo en España sólo vendrá del tráfico de drogas, aunque sea a pequeña escala. Los casi 80 intermediarios que a la voz de "España, España" ofrecen el viaje clandestino a Europa por las calles próximas al puerto de Tánger no ven la necesidad de ser discretos. Si un policía los oye, con 500 pesetas lo dejan ciego, sordo y mudo.Viajar cuesta unas 50.000 pesetas. Desde que se paga hasta que se embarca suelen pasar entre tres v siete días. En la zona de Tánger hay en torno a las 300 pateras, de las que dos terceras partes, además de pescar, trafican con hachís, casi siempre con el consentimiento de la policía.

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Ahora, con la guerra, el paso legal de clandestinos ha disminido, pero en los buenos tiempos cada mes salía de la zona comprendida entre el cabo Espartel y unos 10 kilómetros al oeste de Ceuta una decena de pateras con casi 20,9 personas hacia Algeciras, La Lírica y Tarifa.

Muchos pagan entre 50.000 y 100.000) pesetas para que una banda de pasadores (como la de Ahmed Benhammou Hamed, El Tiñoso, recientemente desarticulada en Algeciras), cómplice de policías, españoles, les facilite el sellado del pasaporte. No existe más de media docena de bandas de pasadores, pero según Manuel Gutiérrez Luna, el juez que instruye el segundo caso Algeciras la banda de El Tiñoso ha introducido ilegalmente a unas 12.000 personas.

El procedimiento es simple: un miembro de la red viaja en barco desde Marruecos con los inmigrantes. El día y la hora son elegidos en función de los turnos de trabajo de los policías. Al llegar a la frontera española los pone en Fila, se coloca él primero y dice al policía del puesto de control: "Cuatro". El agente sólo pondrá di5cultades al quinto. Los demás pasarán sin obstáculos, reúnan o no los requisitos de la Ley, de Extranjería.

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