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Entrevista:

"El PSOE se radicaliza a medida que los nacionalistas nos centramos"

José Antonio Ardanza (Elorrio, 1945) inicia su tercer mandato como presidente del Gobierno vasco. Ha cumplido ya seis años al frente del Ejecutivo autónomo, al que llegó en medio de una crisis sin precedentes en su formación política, el Partido Nacionalista Vasco (PNV). El tiempo y las circunstancias curan las heridas, y el zorionak (felicidades) de Carlos Garaikoetxea, su antecesor en la presidencia, debió compensarle el viernes pasado de un debate bronco con sus hasta ahora socios socialistas El lehendakari está dispuesto a gobernar cuatro años con otros dos partidos nacionalistas, Eusko Alkartasuna (EA) y Euskadiko Ezkerra (EE). El Ejecutivo toma posesión hoy.

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Pregunta. ¿El PNV se ha subido a la parra a la hora de plantear exigencias para formar Gobierno?Respuesta. Yo no pretendo nada que no esté previsto legalmente, aunque a eso algunos le llamen nacionalismo puro y duro. Ahora resulta que un Gobierno es frentista o no según participe en él un determinado partido. Eso sí que es duro, ¿no? Parece que ese partido no es el representante de su electorado, sino su propietario.

P. Quizá ustedes buscan a toda costa desarrollo autonómico cuando el estatuto está prácticamente completado.

R. ¡Qué va a estar completado! Falta todo lo que hemos estado demandando estos tres meses, y son capítulos importantes. La gestión de los fondos de la Seguridad Social equivale casi a un concierto económico en cuanto a recursos y capacidad de atender demandas sociales. El Inem es otro elemento decisivo, por ejemplo. Nuestra ley fundamental, el estatuto, prevé que el Gobierno vasco disponga de esos instrumentos, y de la noche a la mañana me dicen que no, que todo eso ya no vale. Es que si tuviéramos que negociar ahora la

aplicación del concierto económico, no lo lograríamos, porque nos han dicho que es también insolidario. Esto es muy grave, se está jugando con fuego.

P. En estos años de Gobierno conjunto ¿no ha habido diálogo?

R. Lo ha habido, a veces en profundidad, como cuando nos pidieron el voto para la investidura de: Felipe González, pero sin resultado. Desde el fracaso de la LOAPA, la Administración central se ha quedado sin modelo autonómico. En los últimos seis años, cuando se han desbloqueado transferencias al País Vasco ha sido como fruto de un pacto específico, primero de legislatura y luego de gobierno. Se abre el grifo no porque nos corresponda, sino porque para gobernar estaban dispuestos a pagar ese peaje.

P. Pero en vez de aproximar posiciones, la convivencia parece que les ha alejado.

R. Hay un problema de fondo. El Gobierno central padece angustia ante lo que interpreta como un vaciamiento de competencias, por arriba hacia la Comunidad Europea y por abajo hacia las comunidades autónomas. La respuesta es una defensa de la fortaleza hacia abajo porque lo (le arriba lo consideran inevitable. Yo estoy dispuesto a trabajar para buscar una solución común, pero desde 1988 el Gobierno nunca tiene tiempo.

P. ¿Por qué cree que el nuevo

Modelo autonómico

Gobierno ha sido acogido con tanto recelo?

R. Se ha propiciado esa reacción hostil. Cuando los socialistas advierten que van a quedar fuera les falta tiempo para cambiar argumentos por acusaciones. A muchos medios de comunicación, eso les ha halagado el oído. Parece que los socialistas son dueños de una de las sensibilidades de este país. No logro entenderlo, en Madrid gobiernan solos desde 1982 y nadie ha pensado que el Ejecutivo de Felipe González es frentista.

P. En el debate parlamentario dijo que quizá debían los nacionalistas radicalizarse de nuevo para moderar al PSOE. ¿Es una amenaza?

R. Es una reflexión preocupada. Son los socialistas quienes se radicalizan en la política del no a todo. Si cuando más nos moderamos y nos centramos los nacionalistas, más se alejan ellos para volver al extremo contrario, ¿qué debo hacer yo para volver al equilibrio? No hay derecho a

que se conteste así el esfuerzo de un partido como el PNV. Resulta que cuando estamos de acuerdo con la interpretación socialista del estatuto de 1980, la respuesta es: "¿Ah, sí? Pues ahora nosotros no".

P. ¿No es ingenuo iniciar la legislatura con un programa irrealizable en lo que requiere el acuerdo del Gobierno central?

R. Es el programa del Gobierno vasco, y lo apoyamos en el cumplimiento del estatuto. Si alguien no quiere cumplirlo tendrá que explicar por qué. Yo debo exigir el cumplimiento de esa ley, que es el fundamento de la existencia del Gobierno vasco.

P. ¿Teme a la polémica sobre el euskera?

R. Es curioso. Esa polémica la suscita ahora un partido porque no está en el Gobierno. Nosotros vamos a ser también en eso respetuosos con la ley. Además de la Constitución y el Estatuto, hay una ley de Normalización y Uso del Euskera. En su artículo 17 dice: "El Gobierno

adoptará aquellas medidas encaminadas a garantizar al alumnado la posibilidad real, en igualdad de condiciones, de poseer un conocimiento práctico suficiente de ambas lenguas oficiales al finalizar los estudios de enseñanza obligatoria y asegurará el uso ambiental del euskera, haciendo del mismo un vehículo de expresión normal". Esto es la ley, aprobada por unanimidad en el Parlamento y ratificada expresamente por el Tribunal Constitucional. Sería mejor que nadie utilice el euskera como arma.

P. ¿Y si vuelve el fantasma de una guerra lingüística?

R. No puedo impedir las guerras que otros quieran plantear pero, desde luego, ni la abriré ni intervendré en ella. Ya se verá quien se dedica a abrir la trinchera. Resulta que nos exigen durante años afincarnos en el Estatuto y en la legalidad y ahora que lo hemos hecho y aplicamos la ley nos acusan de frentismo y de nacionalismo puro y duro. Es una calumnia.

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