Ejército de sombras
Que Steven Spielberg -aquí productor ejecutivo- y su empresa saben sacarle rentabilidad a las angustias y fobias, reptantes o no, del hombre contemporáneo es algo que se sabe desde que el golden boy debutara en el cine, vía televisión, con aquella inquietante parábola que era El diablo sobre ruedas. De ratas, culebras y otras pesadillas está alfombrada la saga de Indiana Jones, y héroes familiares y aparentemente desvalidos resultan, a la postre, desde Richard Dreyfuss en Tiburón y en Encuentros en la tercera fase, hasta Craig Nelson en Poltergeist, producción de la casa, para citar sólo algunos casos.Aracnofobia conserva bastante de la huella de Spielberg, aunque sólo sea porque recurre a personajes y situaciones harto conocidos por los seguidores del director. El punto de partida no es distinto que el de Tiburón -uno de los filmes de su autor que mejor se aguantan-: alguien sufre una experiencia traumática relacionada con animales de tamaño monstruoso e inteligencia desproporcionadamente grande para su especie; sostiene con estos archibichos apocalípticas luchas en las que es secundado por dos eficientes colaboradores, y dichas luchas se saldan tras agotador combate, con pérdidas enormes por ambos bandos.
Aracnofobia
Director: Frank Marshall. Guión: Don Jakobi y Wesley Strick, sobre un argumento de Jakobi y Al Williams.Producción: Kathleen Kennedy y Richard Vale para Hollywood Pictures y Amblin. EE UU, 1990. Intérpretes: Jeff Daniels, Harley Jane Kozak, John Goodman, Julian Sands, Stuart Pankin, Brian McNamara. Estreno en Madrid, cines Coliseum y Novedades.
Los dos filmes parten además de una situación habitual en las producciones catastróficas, a saber: la indefensión -siempre aparente- del héroe frente a una comunidad que no quiere aceptar sus sospechas, hasta que la ferocidad del contrincante termina inclinando la balanza del lado del bien. Los combates, porque de llegar a ellos en el fondo se trata, se muestran con profusión de detalles, y el golpe de efecto final está obligadamente garantizado.
Refuerza mucho más el parentesco el hecho de que el responsable último de Aracnofobia no es otro que el productor de la mayoría de las películas de Spielberg (de todas desde 1981), además de otras producciones de la casa: el debutante en tareas de director Frank Marshall, cuyo trabajo, eficaz y funcional, incluye alguna que otra sorpresa. Le ayuda un guión con abundantes dosis de humor, empero no siempre equilibrado, que mezcla casi siempre con habilidad la comedia con la aventura, el suspense con la ironía, aunque, como suele ser habitual en buena parte del cine más comercial de hoy, no puede prescindir de algún que otro exceso: por ejemplo, el tratamiento grotesco de algunos personajes, como el desinsectador que encarna John Goodman, versión supuestamente jocosa del adusto, agresivo, Robert Shaw de Tiburón.
Babelia
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