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GUERRA EN ORIENTE PRÓXIMO

Campaña en el desierto profundo

Mitos y espejismos del paisaje de arena de la retaguardia en Arabia Saudí

RICHARD DOWDEN Los franceses están en lo cierto. Los soldados norteamericanos están muy pálidos. El amarillo de los británicos es demasiado mostaza. Los sirios llevan todavía el color oscuro del verde aceituna. Sólo los egipcios, de color ocre arenoso, se parecen más a los franceses, cuyos vehículos armonizan perfectamente con el escenario del desierto. Los paracaidistas franceses cubren sus vehículos con redes de color amarillo y marrón de forma que no pueda verse el parabrisas. Al moverse parece como si estuvieran envueltos en bufandas de chiffon, muy elegantes.

Los nuevos jeeps y camiones norteamericanos siguen llegando con el camuflaje verde y negro del norte de Europa. Algunos han sido rápidamente repintados de marrón claro, pero sigue notándose.Es difícil hacer juego con el desierto, va enrojeciendo a medida que avanzas hacia el Oeste desde la costa y por la mañana temprano y al caer la tarde se vuelve de un rosa resplandeciente. El color puede cambiar, pero carece absolutamente de rasgos muy definidos.

El horizonte es la curvatura de la Tierra y puedes conducir 100 millas sin ver cambio alguno en el paisaje. Naturalmente, no hay dónde esconderse de un avión de combate. Por eso la superioridad aérea es tan fundamental.

Los campamentos de las fuerzas aliadas en territorio saudí están rodeados de terraplenes y trincheras que hace que parezcan castillos de arena en la playa Los norteamericanos tratan de ocultar los carros de combate de primera línea entre las dunas pero puedes verlos a millas de distancia y, además, los hoyos se encharcan en cuanto llueve.

Hierba y polvo

Tras las recientes lluvias, un brillo verde aparece por doquier, y junto a los charcos, al borde del camino, brota la hierba de un verde vivo. El jueves parecía, que el invierno había acabado. Era un día luminoso y despejado, y a la hora de comer los convoyes de vehículos dejaban una estela de nubes de polvo. Sin embargo, el viernes el día estaba gris, lloviznaba y estaba encapotado, y el sonido de los aviones aliados era menos frecuente. El presidente iraquí, Sadam Husein, parece tener por el momento a la meteorología de su parte.

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Ésta es la época del año en la que los beduinos se reúnen en lugares tradicionales para el gran encuentro familiar. Llegan de todos los rincones del desierto, plantan sus tiendas y beben el té juntos antes de llevar sus rebaños a sus nuevos pastos. Este año sus tiendas marrones o blancas y sus corrales con los rebaños de camellos, cabras y ovejas se ven rodeados de enormes grupos de tanques, vehículos de transporte de tropas y lanzadores de misiles.

Los convoyes se han cobrado la vida de muchos de estos animales y el ver cabras y ovejas aplastadas es tan común en algunos tramos de la carretera como ver erizos muertos en un camino de la campiña inglesa.

Ha habido muchas más víctimas en la ruta del convoy principal de las que han producido los misiles Scud o cualquier acción enemiga. Montones de chatarra de vehículos accidentados ensucian los bordes del camino y en algunos lugares estos monstruos descansan en la arena como juguetes abandonados.

Puedes ver cosas inexplicables: un caballo que galopa lejos de cualquier parte, un perro y un burro que pasean juntos, un grupo de beduinos que recoge piedras, los restos de un coche sobre las dunas y un convoy de patrulleras rápidas a más de 300 millas del mar.

Sin duda, los espejismos del desierto crean mitos. Quizá la invencibilidad de este impresionante conjunto de hombres y armas sea otro mito más.

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