Agitación en el Magreb

"Tanto si Sadam gana la guerra como sí la pierde, los árabes saldrán victoriosos, ya que habrán aprendido a superar su mayor desventaja: el miedo al Occidente omnipotente", aseguraba el jueves pasado un editorial de El Moudjahid, órgano del Frente de Liberación Nacional argelino. El autor de esta advertencia no conocía aún la buena noticia del ataque a Israel con misiles iraquíes, pero sus palabras reflejan los sentimentos de la mayoría de los habitantes del Magreb, divididos entre el abatimiento y la esperanza. ¿Midieron los dirigentes del Magreb los sentimientos proiraquíes de sus pueblos cuando eligieron el bando en el que alinearse en esta guerra anunciada? Excepto Mauritania, que nunca ocultó -aunque sin hacer alardes- sus simpatías por Bagdad, los demás países de la región han buscado primero, con más o menos habilidad, no exponerse de masiado. Conforme aumentan los efectos de la guerra y sus pueblos empiezan a hacerse oír, los responsables magrebíes han comprendido que les interesa y es su deber mostrar menos ambigüedad y rectificar su postura. Por ejemplo, Hassan II de Marruecos, que envió 1.700 hombres a Arabia y que en privado no dudaba en calificar a Sadam Husein de canalla, ha proclamado, una vez comenzadas las hostilidades, que él estaba "de corazón" con sus "hermanos iraquíes" porque "son árabes y musulmanes". ¿Existe el riesgo de que una fosa separe a los pueblos musulmanes de sus goberríantes? ( ... ) 21 de enero