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"Va a quedar como le gustaría al marqués"

Está leyendo la biografía de los políticos y reyes de la época "para comprender la situación social, ya que la parte artística la tengo bastante clara por mi profesión", dice María Alvarez Garcillán. Su objetivo, que consiguió que ganara la adjudicación de las obras de restauración, es claro: "Que se vea los años que han pasado con dignidad. Vamos a conservar más que a restaurar. No pretendo que quede demasiado limpio, sino equilibrado", concluye.

Ha dejado los lienzos de Velázquez y Sánchez de Coello para sumergirse en la dura labor de quitar la suciedad de los años sin tocar la esencia de más de 90 cuadros y casi 300 piezas de bronce. Los principios que figuran en su memoria son reversibilldad, legibilídad y estabílidad; "es decir, que pueda retrocederse en la restauración, que se note que es una resturación y no una falsificación, y que se utilicen materiales que permanezcan sin dañar".

Romanticismo y leyendas

Entre sedas deshilachadas, mármoles, bronces, angelotes y escaleras de mármol con peldaños de una pieza traídos desde Italia, María se imagina el carácter del marqués: "Un hombre que hizo un palacio romántico muy a la moda vigente, con un dinero que había obtenido en Suramérica y que le permitió una exquisitez sin precedentes", añade, y asegura que el palacio "va a quedar como a él le hubiera gustado". Para ello cuenta con 400 millones de pesetas para poner en orden el lugar que sirvió de decorado para la Escopeta nacional, de Berlanga, y de excusa para la invención de fantasmas y leyendas.Cada detalle de la sala de fumador, en el despacho biblioteca, corredores pompeyanos, la capilla bizantina y el saloncito chino está dominado por el espíritu del marqués de dejar su huella en tiradores y escudos. Además, el hecho de que Eugenia de Montijo fuera emperatriz francesa trajo a la alta sociedad española un Furor por los lienzos de cielos claros, nubecillas, ángeles, amor y velos que el marqués encargó a los principales pintores de la época, Pradilla, Domínguez y Ferrant. En el palacio no hay pruebas de que existiera una cocina. "Dicen que el marqués", explica Garcillán, "se hacía traer la comida a diario de L'Hardy".

El tiempo ha quedado atrapado en las paredes como humedad o en la desintegración de la piedra por culpa de la contaminación. Este abandono al que ha sido sometido el palacio es una ventaja a la hora de iniciar su restauración. El edificio pasó por varias manos -la empresa Teseo, el empresario Emiliano Revilla- y fue utilizado incluso como oficina de Trasmediterránea, aunque ninguno de sus propietarios realizó ninguna obra de importancia.

Trabajo concienzudo

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"Es mejor empezar la restauración sobre el original, porque la idea que se tenía- de recuperar una obra de arte ha variado mucho y probablemente hubiéramos tenido que hacer desaparecer los arreglos". Ahora no se va a tocar ni un solo tabique. Se van a recortar los bordados de las sedas y a coser de nuevo sobre telas sin deshilachar, los suelos de marquetería se van a arreglar pieza por pieza.Antes de julio de 1992, un equipo meticuloso de 80 personas se encargará del milagro de convertir el antiguo caserón de un burgués convertido en aristócrata en la futura Casa de América, que servirá para actos conmemorativos del V Centenario.

Centenares de obreros construirán bajo tierra la única concesión a la modernidad. El auditorio subterráneo ocupará el subsuelo del jardín por donde corrían los caballos, cuyas caballerizas pasarán a ser oficinas.

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