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Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

No quiero guerras

Soy una niña del colegio Calasanz, vivo en Pinto (Madrid), tengo 10 años y protesto porque no quiero guerras, sólo quiero paz. A mí cuando me dijeron que iban a hacer guerras, me puse muy triste, porque no hay derecho, no hay derecho a que la gente muera por causa de otros- Yo siempre había pensado que el odio no sirve para nada más que para patalear'y perder adrenalina y tiempo. Así que me quedo súrprendido cuando me vee escribiendo una carta al direaor (para los lectores) haciendo apología del odio.George Bush empleará a fondo los recursos que ya se ha gastado; Sadam Husein echará mano a armas químicas, y en general los grandes comparseros de la destrucción organizada jugarán con nuestras vidas (digo, las vidas de gente como nosotros, nos toque o no).

Os propongo pensar en los que irán muriendo como gente fundamentalmente Igual que la gente que te cruzas en la calle, la que juega en el parque de tu barrio, la que espera contigo en la cola del mercado; como esa persona a la que acaricias con intención por la noche, o a la que sueñas acariciar, y que de momento sólo goza de tus sonrisas furtivas.

Con esa misma pasión os propongo odiar a los sicarios de la guerra, no sólo a los de nombre y apellido ya conocidos; también a los que trabajan desde un cómodo anonimato, y al que podamos llevar dentro de nosotros.

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Ojalá que un odio así nos ayude a salir a la calle para protestar eficazmente cuando la armen; a no darles ni un duro para la guerra cuando a nuestro lado la gente se muere de hambre, frío y caballo,- a no ir cuando nos llamen, y a dedicar nuestro precioso tiempo a trabajar por la paz- Féfix Díaz Martínez. Madrid.

Aunque en muchas ocasiones anteriores he tenido intención de escribirle para criticar contenidos de su periódico, incluso de darme de baja como lector del mismo, sólo en ésta le escribo realmente para expresar mi agradecimiento por haber tenido la oportunídad de leer la opinión de Noam Chomsky acerca del Golfo.

Frente a la casi unanimidad informativa en manipular ideológicamente para justificar la intervención bélica de la Alianza Occidental, sobre la base de la pretendida defensa del derecho internacional, la reflexión del señor Chomsky supone un descanso para el intelecto y una gratificación.

La desaparición de la guerra fría y la desintegración del contrapeso de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas al imperialismo de Estados Unidos no han traído consígo una era de paz, ni tampoco ha servido para elevar la eficacia de la Organiza-

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ción de las Naciones Unidas. Se demuestra que los obstáculos eran otros.

La necesidad de una acción bélica ejemplar, sin esperar un plazo razonable a los resultados del boicoteo económico, no se explica sólo con el propósito de derrotar al péifido Sadam Husein, sino que tiene como Fin primordial la derrota del Tercer Mundo. Se pretende aplastar toda posibilidad de rebeldía en busca de la instauración de un nuevo orden económico.

Es repugnante el espectáculo de la subordinación de los países occidentales, y más en concreto del Gobierno socialista español, sin una sola acción de distanciamiento de la rigidez del gendarme americano. Y eso que los ejemplos similares al de Kuwait no escasean en el maltrecho derecho internacional: existe uno bien cercano a nosotros. El razonamiento de no ceder al chantaje terrorista es tan sólo una coartada de los que no pueden argüir la coherencia de la defensa siempre y en todo momento de los valores democráticos.

Me ha emocionado la mención por parte del señor Chomsky a la invasión del Sáhara occidental (ex español, yo añado), más si cabe después de que en su suplemento reciente los expertos analistas y cartógrafos de EL PAÍS y Libération la olvidaron totalmente. Ni conflicto latente ni área en crisis ni muro que permanece a lo largo de centenares de kilómetros de arena y que impide a un pueblo entero vivir en su territorio.

Quince años de sufrimiento, no sólo para el pueblo saharaui, sino también para el marroquí, no merecieron la atención de los satisfechos comentaristas que, celebrando el momento presente, sólo tenían espacio para la autocomplacencia.

Que los acontecimientos del Golfo permitan la multiplicación de reflexiones del tipo cuestiones sobre el Golfo- Fernando Urruticoechea. Bilbao.

Incertidumbre. Miedo. Incertidumbre ante una ineludible responsabilidad futura cada vez menos lejana. Miedo al hastío, a lo insoportablemente cotidiano y mediocre. Miedo al gas mostaza y al profesor de Latín. Miedo al dolor y a los iraquíes (¿por qué no a los estadounidenses?). Miedo a vivir demasiado poco y a hacerlo demasiado mal, a decepcionar, al fracaso, a la vulnerabilidad ...Perplejidad. Estupor al leer el periódico, al pensar que todos somos seres incluidos en la ingente categoría de humanos. Miedo a creer que realmente podamos estar entre ellos por ser humanos o ser humanos por estar entre ellos.Ignominia. Miedo a la ignominia. Miedo al hombre. Miedo a dejar de sentir miedo- Alejandra M. de Luna. Madrid.

Todos hablan de lo mismo en la gran aldea; todos los canales de la parabólica tratan el tema de la guerra; oigo en la radio la rueda de prensa sobre el conflicto en directo. Abro el periódico y grandes titulares con toda clase de explicaciones: quiénes son los buenos y quiénes los malos. Pero... no me convencen, no me moverán; a ellos no les mueve la simpatía al pueblo kuwaití, les mueven los intereses económicos basados en una economía artificial montada sobre el petróleo que destroza el planeta. Muchos países han sido ocupados, colonizados, y nadie ha movido un dedo; ¿por qué por éste está todo el mundo interesado y pendiente?

Hasta los sueños nos han destruido. ¿Por qué ya no tenemos causas justas para creer en ellas? Ya no hay por qué luchar para que florezca del abismo la catarsis, todo es relativo y depende de... Lo único que me queda es un cierto sentimiento poético que me da la idea con cierto orgullo de ser una perdedora en un mundo que me han fabricado y armado- Flor R. Céspedes. Madrid.

Vengo observando frecuentemente la comparación de Adolf Hitler con Sadam Husein, la última de las cuales aparece en EL PAÍS el pasado día 7 de enero, en una carta firmada por José Guillermo Arróniz. Creo que al citado señor o le han engañado o ha interpretado muy mal la historia del ascenso de Hltler. Debería recordar que a Hitler se le permitió la remilitarización de Renania (marzo de 1936), la anexión de Austria (marzo de 1938) y la ocupación de Checoslovaquia (marzo de 1939). Y sólo cuando Hitler pactó con la Unión Soviética (agosto de 1939), las potencias occidentales se decidieron a frenarle (o intentarlo).

La lectura es clara: mientras se pensó que Hitler atacaría a la URSS se le permitió toda clase de desafueros, y ello pese a que Stalin ofreció a Francia y al Reino Unido un pacto militar para impedir la ocupación de Checoslovaquia. Cuando franceses e ingleses vieron cómo Hitler pactaba con el diablo (el comunismo), les entraron unas curiosísimas ansias de defensa del orden internacional. Así pues, ni Chamberlain ni Dadalier fueron engañados, sino que actuaron con criminal complicidad con Hitler con el fin de lanzar a éste contra la URSS.

La historia se repite (la primera vez, como tragedia; la segunda, como farsa, dijo Carlos Marx): a Sadam Husein se le permite armarse hasta los dientes, se le permite lanzar una criminal agresión contra Irán (que algunos medios de nuestra prensa libre convierten en agresión de Jomeini contra Irak), se le permite gasear a los kurdos (con carcasas de fabricación española, por cierto), se le permite aplastar a la oposición interna. Y sólo cuando atenta contra nuestros intereses invadiendo Kuwait, nos rasgamos las vestiduras y descubrimos el carácter monstruoso de la dictadura iraquí- Fernando Martínez. Perales de Tajuña, Madrid.

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