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Fotonoticia:

Nombres y apellidos de la guerra

El sargento Rachel Forehand, de Brooklyn, utiliza su casco y un osito de peluche para descabezar un sueño poco después de expirar ayer el ultimátum de la ONU a Irak. El suboficial, adscrito al 281 hospital de apoyo al combate, en Arabia Saudí, es uno de los nombres y apellidos de la guerra. Como el sargento primero Randy Hackaday, quien, con un lanzagranadas al hombro, compone una imagen guerrera que conjuga con una sonrisa destinada, quién sabe, a una esposa o una novia que le espera en High Point (Carolina del Norte), su lugar de residencia. Por su parte, el general Patrick Cordingley, el jefe de la 7ª Brigada británica, muy en su papel de mando, otea el horizonte desde la torreta de un carro de combate Challenger. El panorama de la tensa espera en Arabia Saudí, preludio de la guerra que ya se adivinaba inevitable, se completa con una imagen llegada de Dahran. Tiene tres rostros: uno, con gafas negras y un gesto que podría ser media sonrisa (el del miembro de la fuerza aérea británica Fred Reid, de Gateshead), y dos que ni siquiera son rostros, sino el símbolo del fantasma de la guerra química. Tras las máscaras se ocultan (o se protegen) David Lunn, vecino de Newcastle, y Patrick Woods, de Middlesborough, empleados de la superempresa petrolera Arameo.

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Comenzó la guerra

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