González rechaza las presiones contra Solchaga

El presidente del Gobierno, Felipe González, tiene diseñados los cambios que desea introducir en su equipo y ha iniciado ya alguna consultas con los afectados. Ayer se esperaba que Carlos Solchaga despachase con el presidente sobre el reajuste del Gobierno. Horas antes trascendió el enfado personal de Felipe González por las presiones contra la continuidad del ministro de Economía, y concretamente por las declaraciones de Juan Carlos Rodríguez Ibarra, presidente de la Junta de Extremadura, sobre la posibilidad de que ganen el Gobierno los que perdieron el 320 Congreso del PSOE.

Esta alusión de Rodríguez Ibarra -un reconocido amigo y admirador de Guerra- contra Solchaga choca con el reiterado llamamiento a la facultad constitucional del presidente para formar su equipo y con la reivindicación de autonomía para el Gobierno, realizada por el propio González durante ese mismo congreso.Ministros guerristas desean que Alfonso Guerra no tenga sucesión en el Ejecutivo y quede vacante la vicepresidencia. Sin embargo -y ésta es la hipótesis que cobra más fuerza desde el aparato del partido se ve con buenos Ojos la creación de dos vicepresidencias. Una política, para la que se apunta el nombre de Txiki Benegas, secretario de Organización del PSOE, y otra económica, con Carlos Solchaga al frente.

Desde la perspectiva de partido, sus actuales dirigentes desearían un equilibrio entre los liberales y los hombres del aparato. A su vez, personas próximas a Carlos Solchaga afirman que éste sólo pide garantías para desarrollar su política, ya sea como vicepresidente o como ministro.

En torno a la futura estructura del Gobierno, las opciones se sitúan entre la existencia de dos o tres vicepresidencias o ninguna. En el aparato del partido se manifiesta, en coincidencia con algunos ministros del Gobierno, que en estos momentos el presidente se encuentra en perfecta sintonía con el ministro de Educación, Javier Solana. En esos ámbitos se da por segura la continuidad de Solana en el Gobierno y se analiza la posibilidad de que ocupe una vicepresidencia. Tampoco se descarta el nombre del ministro para las Administraciones Públicas, Joaquín Almunia. En algunos medios del Gobierno se menciona también al titular de Defensa, Narcís Serra, como posible vicepresidente.

El jefe del gabinete del presidente del Gobierno, Roberto Dorado -hombre muy vinculado al ex vicepresidente- se puso a disposición de González tras la dimisión de Guerra. El presidente indicó a Dorado que continuase en su puesto.

El partido, otra clave

La presencia de Benegas en el Ejecutivo supondría un refuerzo para las relaciones entre el partido y el Gobierno, que se ha convertido en la preocupación central de la sede socialista de la calle Ferraz, en Madrid.

Mientras tanto, Alfonso Guerra se instaló ayer en su despacho de la ejecutiva federal del PSOE, sin espectacularidad alguna, como un acto normal. La contención en los gestos de cara al público corre pareja con la preocupación subterránea por las relaciones partido-Gobierno, cuyo primer paso consiste en definir la nueva plataforma de poder de Guerra. Una persona próxima a éste último afirma que en las reuniones con Felipe González de la pasada semana sólo se decidió abordar la remodelación del Gobierno como una operación separada y distinta de la salida del vicepresidente. "De ahí para adelante, no se habló mucho más. La práctica configurará el nuevo modelo".

Una idea muy extendida es que, bien la ejecutiva del partido, bien el grupo parlamentario, van a jugar un papel político más importante que el desarrollado hasta ahora. El actual portavoz del Grupo Parlamentario Socialista, Eduardo Martín Toval, comentó que la nueva tarea de Alfonso Guerra "incidirá, sin duda" en el grupo, aunque recordó que antes también se daba esa situación.