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George Bush aún confía en una solución pacífica

Un sombrío y grave George Bush se declaró ayer desalentado por el fracaso de la reunión mantenida en Ginebra' entre el secretario de Estado norteamericano, James Baker, y el ministro de Asuntos Exteriores de Irak, Tarik Aziz, y reiteró su convencimiento de que "la elección entre la guerra y la paz está en manos del presidente iraquí, Sadam Husein". Entretanto, el secretario de Defensa, DickCheney, anunció que en Febrero pedirá la oportuna autorización al Congreso para mantener en activo a los reservistas movilizados en el Golfo durante dos años en lugar de los seis meses que prevé la actual movilización.

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El apretón de manos fugaz

Tras mantener dos conversaciones telefónicas con Baker y escuchar la conferencia de prensa de Aziz, Bush manifestó que estaba "más decidido que nunca a que se cumpliera la resolución 678 [del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, que dio a Irak hasta el 15 de enero para retirarse de Kuwait]".

El presidente norteamericano, que compareció ante los informadores para ofrecer su reacción ante el fracaso de cerca de siete horas de conversaciones en Ginebra, se mostró completamente decepcionado por el hecho de que "en más de 45 minutos de conferencia de prensa, Aziz no hiciera una sola referencia a la invasión de Kuwait".

"Las resoluciones de las Naciones Unidas se refieren a la agresión contra Kuwait, y, sin embargo, Aziz no ha pronunciado una sola frase en que se haga referencia a su disposición a retirarse" dijo Bush.

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El presidente norteamericano se mostró pesimista sobre la posibilidad de éxito de una posible gestión mediadora por parte del secretario general de las Naciones Unidas, Javier Pérez de Cuéllar, o de algunos países europeos como Francia o Argelia, aunque añadió que Estados Unidos no se opondría a que se llevasen a cabo. "No he perdido la esperanza ni es demasiado tarde [para encontrar una solución pacífica]. Pero ahora como antes, la decisión entre la paz y la guerra está en manos de Sadam Husein", dijo.

En contestación a una pregunta directa sobre si el fracaso de Ginebra significaba la guerra en caso de que no se produjera una retirada iraquí antes del próximo martes, Bush manifestó que todavía no había tomado una decisión sobre "qué hacer y cuándo se debía hacer; pero estoy más decidido que nunca a que se cumplan las resoluciones de las Naciones Unidas, incluida la678".

La buena dialéctica de Aziz

El presidente norteamericano se quedó pegado a la pantalla del televisor durante la. retransmisión de la conferencia de prensa de Aziz y al final no pudo evitar comentarios elogiosos al "buen estilo dialéctico" del primer ministro iraquí. "He escuchado cuidadosamente a Aziz, quien habló muy bien. No estoy de acuerdo con lo que intentaba hacer, obviamente, pero debo decir que su estilo es muy bueno", declaró.

Bush subrayó que la decisión de Tarek Aziz de no aceptar su carta personal dirigida al presidente iraquí -también rechazada por la Embajada de Irak en Washington- demostraba que "el Gobierno de Bagdad no está interesado en la comunicación directa y que Sadam Husein continúa oponiéndose a aceptar una solución diplomática".

En su conferencia de prensa en Ginebra, Aziz manifestó que después de leer la carta de Bush se había visto obligado a rechazaba porque el lenguaje no era el que se espera en las comunicaciones entre jefes de Estado. El presidente norteamericano, que redactó -personalmente la misiva, manifestó que el lenguaje utilizado no podía considerarse como descortés, aunque admitió que era directo. El objetivo de la carta, según Bush, era demostrar a Sadam Husein "la firmeza de la coalición internacional" en su determinación de hacer que se cumplan las resoluciones de las Naciones Unidas.

Antes de conocerse el resultado de la reunión de Ginebra, Bush había firmado una orden ejecutiva con rango de ley ordenando a los departamentos de Agricultura, Energía, Transporte y Comercio que considerasen prioritarios todos los pedidos procedentes de las Fuerzas Armadas norteamericanas. "Estados Unido-s debe tener la capacidad de movilizar rápidamente sus recursos en interés de la seguridad nacional", según explicó Bush en la parte dispositiva de la orden.

El fracaso de las conversaciones de Ginebra supone un duro golpe a las esperanzas de paz en el Golfo, pero, sin embargo, refuerza extraordinariamente la posición de Bush con vistas al debate que inician mañana las dos cámaras del Congreso para discutir una resolución autorizando el uso de la fuerza contra Irak si sus tropas no han abandonado Kuwait antes de la fecha señalada por las Naciones Unidas.

Después de una reunión mantenida ayer por Bush con los líderes del Congreso, el consenso entre los parlamentarios era que la negativa iraquí aseguraba la aprobación de la resolución.

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