lnvestigación médica: sin las mujeres
El efecto de muchos tratamientos sobre el organismo femenino es desconocido
Cuando Sally Rynne, consultora sanitaria en Evanston (Illinois, EE UU), preguntó a su médico si debía tomar aspirina diariamente para tratar de prevenir el infarto, su médico no pudo darle una contestación: ninguno de los estudios sobre la aspirina y las enfermedades cardiacas se ha realizado con mujeres. Los médicos se enfrentan a preguntas similares, en un número significativo de enfermedades, incluido el sida, ya que la investigación ha producido pocos datos sobre cómo afecta exactamente la enfermedad o el tratamiento a las mujeres.
La polémica sobre esta carencia de información, planteada abiertamente a principios de año en EE UU, alcanzó el tono de clamor en la Conferencia Internacional sobre el sida, celebrada en San Francisco, en junio pasado. Militantes y simpatizantes de ambos sexos del grupo activista Act-Up cortaron el tráfico en las calles así como el acceso al, centro de congresos donde se celebraba la conferencia reclamando que tanto las mujeres como los negros y los hispanos sean incluidos en los programas de investigación sobre el sida.Esta reivindicación se ha puesto nuevamente de manifiesto el pasado 1 de diciembre, Día Mundial del sida, con la alarma lanzada por la Organización Mudial de la Salud, sobre la extensión de esa enfermedad entre las mujeres. "Actualmente", afirma Rynne, que fue quien creó el primer centro de salud de EE UU para mujeres con sede en un hospital, "se trata a las mujeres a menudo según pruebas científicas que se han realizado sólo con hombres".
Por esta razón, investigadores, políticos, médicos y expertos en sanidad pública se están preguntando cada vez con más frecuencia si las mujeres están recibiendo poca atención en lo que respecta a investigación y tratamiento médicos. Estos problemas han sido planteados por un comité asesor del Instituto Nacional de la Salud de EE UU para temas de sanidad femenina.
Copresidido por Iris Schneider, directora adjunta de planificación y operatividad del Instituto Nacional del Cáncer y por Antonla Novello, propuesta por el presidente. Bush para ministra de Sanidad, el comité consideró una solicitud para analizar todas las subvenciones concedidas por el Instituto Nacional de la Salud (INS) desde 1987. En ese año, el comité recomenció que siempre se incluyera a las mujeres en las pruebas clínicas patrocinadas por el INS, a no ser que los investigadores ofrecieran una razón científiÍca por la que deberían ser excluidas.
Diferente riesgo
Aunque las mujeres siguen gastándose más dinero en cuidados médicos que los hombres, la cantidad de dinero destinada a investigar algunas enfermedades importantes en ellas como las cardíacas (el asesino número uno de la mujer norteamericana, al igual que del hombre), queda muy atrás de la destinada a estudios sobre el hombre.Un informe del Instituto de Medicina destacó el año pasado un área en la, que la sanidad femenina a menudo se queda corta: obstetricia y ginecología. El informe, escrito por el Comité de Planificación de la División de Política Sanitaria, descubrió una provisión de fondos inadecuada para investigación. La falta de dinero se atribuyó en parte al clima político que rodeaba el tema del aborto.
Los investigadores a veces han rehusado utilizar mujeres cuando los estudios incluyen nuevas drogas que podrían dañar potencialmente al feto. Las fluctuaciones del cielo menstrual también pueden confundir una investigación. Ésta es otra razón por la que a menudo tanto los estudios sobre seres humanos como las pruebas con animales se limitan a los machos.
Otro problema que ha influido en la investigación de algunas enfermedades, incluyendo las cardiacas, es el distinto nivel de riesgo para hombres y para mujeres. Entre. los 40 y los 44 años las mujeres tienen la quinta parte de probabilidades que los hombres de sufrir un ataque cardiaco. Treinta años después, entre los 70 y los 74, las mujeres corren la mitad del riesgo que los hombres.
Lo que quizá pueda ayudar también a poner en vanguardia los temas de salud femenina es un movimiento de base para convertir la sanidad femenina en una especialidad médica oficial para el año 2000.
"Los obstetras y ginecólogos de hoy tienden a centrarse en los temas quirúrgicos y reproductivos y no en los problemas médicos de la mujer que va envejeciendo", dice Linda Hughy Holt, que preside el departamento de obstetricia y ginecología en el hospital Rush North Shore de Chicago.
El síndrome premenstrual y la menopausia son sólo dos ejemplos de los desarreglos que pueden arrastrar una serie de problemas médicos y conducir a otras especialidades médicas que van de la neurofisiología a la reproducción y la psiquiatría. "Creo que las mujeres quedan muy frustradas buscando un médico que no se las vaya a quitar de encima porque no sabe explicar el problema", opina Holt. No todo el mundo está de acuerdo en que crear una especialidad médica de salud femenina sea una buena idea. "¿Necesitamos una especialidad para salud femenina?", se pregunta Warren Pierce, presidente del Colegio Americano de Obstetras y Ginecólogos. "Los tocoginecólogos no creen que ése sea el caso", asegura.
"Pero los obstetras y ginecólogos están tratando cada vez más a las mujeres por problemas que van más allá del sistema reproductivo. Nos dedicamos a cuidados primarios como tratarles la presión arterial, enfermedades tiroideas menores y algunos casos de diabetes. Creemos", concluye Pierce, "que dentro de esos límites los tocoginecólogos pueden servir como médicos de primeros cuidados para la mujer".
Copyright The Washington Post.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.