Impotencia de un padre
Mi impotencia se ve justificada después de haber recurrido a todas las universidades de la Comunidad de Madrid y parte de Castilla-La Mancha solicitando una plaza para que cursara sus estudios mi hijo en la especialidad de Sanitario.La cosa sería de lo más normal, hasta el punto de que ya con una nota que se puede pensar hasta muy alta, y que por ella, un 7,8 de media, nos molestamos en recurrir a todos los excelentísimos señores rectores para que considerasen de nuevo la instancia tras la repesca de septiembre. Hasta aquí, todo normal, no dejo entrever que mi hijo está cumpliendo el servicio militar obligatorio y que él se fue a la mili tras cumplimentar su instancia o preinscripción para la Universidad correctamente.
Cuál no sería mi sorpresa cuando nos van llegando cartas de contestación a los recursos. Mi reacción,fue la siguiente: le mandé una carta certificada al ministro Solana el día 11 de octubre, pero no me recibió él como yo esperaba, sino que me dieron el teléfono de un señor que, según me dijeron, es vocal de la Complutense. Tal señor, todo por conversación telefónica, me sugirió que fuera en persona a los antiguos comedores de la Complutense, donde se encuentra Admisión de Alumnos y donde se compulsaron las notas de los chicos que pretendían acceder a la Universidad. Allí, que es donde a partir del día 1 de julio se compulsaron las notas de los chicos que pretendían acceder a la Universidad como mi hijo.
La encargada de esta sección me dijo de primeras que era imposible que mi hijo no se encontrara dentro de la Universidad con esa nota (7,8), ya que era lo mínimo que se pedía, pero las desgracias nunca vienen solas, y yo no sé si es porque los de FP 2 ya de por sí para entrar en las escuelas universitarias tienen que sufrir lo suyo, o no sé por qué, pero delante de mis narices la ya citada encargada me tomó la hoja y con un simple raspón de tippex me borró una décima y dejó la nota en un 7,7.
Ahora ya puede comprender que mi primera carta fuera dirigida al señor Villapalos, rector de la Complutense de Madrid, exponiéndole el caso de mi hijo y diciéndole que hiciera el favor de tomarse la misma molestia por el hijo de un peón de albañil, igual que se la tomó para ir a liberar rehenes a Kuwait.-
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