Amigos de café y besos

El doctor José Manuel Hermida, de la Unidad de Alto Riesgo del hospital Ramón y Cajal, recuerda su primera salida allá por junio. Fue al barrio madrileño de San Blas. "Después de dar mil vueltas me encontré con un paciente, toxicómano, que además de acompañarme hasta la casa que buscaba se encargó de protegerme el coche"."Los enfermos y sus familias se convierten con el tiempo en amiguetes de café y besos", comenta el coordinador, Luis Buzón, que suele contar cómo a través del sida ha visto otra dimensión de la solidaridad. Describe la delicadeza de muchas personas para con su pareja enferma; explica cómo una paciente, ya fallecida, se negó a hacerse más análisis después de que una enfermera se pinchara cuando la atendía, y cómo otra, con la boca destrozada, nunca dejó de advertir a los dentistas que era portadora del virus, a pesar de que se cerraba las puertas de muchas consultas.

Para ellos la atención a los pacientes con sida es una fuente de retos cotidianos y de experiencias emotivas. "Si no los juzgas y les aceptas como son, se abren a tí y entras en su vida", dice Buzón, que sabe de alguna boda tras un diagnóstico positivo.