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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Dudas electorales

LAS ELECCIONES parlamentarias del miércoles pasado en Dinamarca han dado una victoria clara al partido socialdemócrata, que obtuvo 69 diputados, 14 más que en la Cámara anterior. Sin embargo, este avance es insuficiente para formar Gobierno. Por tanto, todo indica que seguirá el conservador Poul Schlueter al frente del Ejecutivo, liderando una coalición de partidos de centro-derecha. Después de décadas de gobiernos socialdemócratas, Dinamarca lleva ocho años con un conservador de jefe del Gobierno, y ello como consecuencia de una serie de actitudes, más o menos oscilantes, de partidos medios o pequeños que han permitido a Poul Schlueter gobernar en coalición, y no de un vuelco profundo y neto del electorado.En realidad, Dinamarca parece no lograr salir de una actitud de duda hamletiana ante las opciones políticas fundamentales que se presentan al país. Con el récord del número de elecciones -en los últimos 27 años, los daneses han ido en 17 ocasiones a las urnas-, los resultados no presentan grandes diferencias con la consulta anterior. Pero esa constancia del comportamiento ciudadano no se hace en torno a respuestas claras a los temas en debate; se traduce más bien en un voto bastante disperso. En último término suelen ser varios partidos, de escasa entidad cada uno de ellos, los que deciden la posibilidad de formar Gobierno. Todo lo descrito -que acaba de repetirse a grandes rasgos en la última consulta- es, sin duda, consecuencia de un sistema electoral que facilita la multiplicidad de los partidos.

En todo caso, el hecho de que los socialdemócratas hayan obtenido un avance considerable es una excepción que desmiente la tesis lineal de que, después del hundimiento de los regímenes del socialismo real en el Este, hemos entrado en una etapa de la política europea en la que los partidos de derecha están llamados a elevar más y más su influencia. No existe en el ámbito europeo una oleada general de esas características, en gran parte porque las consideraciones ideológicas desempeñan un papel cada vez menos importante en las elecciones, frente al auge de un pragmatismo cada vez más difundido. En Dinamarca, cuyas perspectivas económicas son hoy más bien favorables, los socialdemócratas representan una voluntad generalizada de que la mejoría económica sea utilizada para una política de mayor contenido social. Siendo el país donde la presión fiscal es la más alta, los problemas de los impuestos y del paro han sido los que más han influido sobre el voto ciudadano.

Es más, el Gobierno convocó unas elecciones anticipadas precisamente con la intención de que los votos zanjarían las diferencias muy serias que habían surgido en esas materias. Y en cierto modo, el ascenso de los votos socialdemócratas es una respuesta negativa para Schlueter. No obstante, éste va a seguir al frente del Gobierno gracias a una confusa mayoría de centro-derecha. Entramos, pues, en una fase de inevitable cojera gubernamental, con una oposición más fuerte que antes, pero a la vez incapacitada para que su política se abra camino.

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