O tempora!
Señores obispos:1. De los grandes valores que defendéis -y no vosotros sólo, claro- destaca el de la enseñanza, Ahí os duele. De ahí vuestro empeño en no perder su control; de ahí los miles y miles de enmiendas, más que a la propia Constitución. Y ahora resulta que esta gentecilla sin talla aprueba la LODE y la LOGSE esas. ¡Qué tiempos!
2. ¿Qué ha pasado, monseñores? Esta sociedad se ha desmadrado. Después de 40 años educando a generaciones resulta que en unos pocos años el quiosco se derrumba. La familia lo era todo, el sexo era lo primero y casi único, el 6º era principalísimo y la esencia del decálogo. ¿Qué ha sido de ello? Habrá que mirar a los educadores...
3. Cuarenta años pastando la grey bajo vuestro pastoral cayado sin asomo posible de ningún lobo. Hermosos colegios con doble entrada (una para los de pago, otra para los gratuitos), éxito en las reválidas, categoría y prestigio, "pase usted por aquí, padre", privilegios. Y al lado, las pobres escuelas nacionales y sus pobrecitos maestros sin medios ni instalaciones.
¿Y ahora se os ocurre clamar y exigir libertad de enseñanza?
4. ¿Quién ha orientado con tan cortas luces en el sexo y las relaciones? ¿Por qué cargáis las tintas ahora sobre el afán de dinero? ¿Qué decís del poder? Pero vamos a ver, ¿no abría las puertas de todo una recomendación de un sacerdote? ¿No habéis estado de toda la vida arrimados al rico y a la gente bien? Por cierto, que mucha corrupción de esta gente gobernante y mucha amoralidad; pero los 15.000 millones irán tan ricamente a la buchaca.
5. Al fin y al cabo, señores obispos, todas estas cosas del dinero y el poder y el brillo son cosas propias de la ciudad terrenal. Lógico. Pero el estamento clerical debía haber tenido muy claro que el dinero, el poder y el prestigio son talantes radicalmente antievangélicos, enteramente opuestos a la palabra y la vida de Jesús de Nazaret.
6. O sea, que esta durísima instrucción pastoral debería haber servido ante todo y sobre todo para pedir perdón por vuestro desastroso despiste. Perdón por tan funesta pedagogía, perdón por no habernos metido en el alma la incomparable figura y mensaje de Cristo. ¡Y anda que no habéis tenido tiempo y paz!.-
Si a una mesa le cortas las patas, se cae. Es más: deja de ser mesa.
Si a un edificio le quitas los cimientos, se derrumba. Es más: deja de ser edificio.
Pues bien, si a una sociedad le suprimes sus fundamentos... desaparece, deja de ser sociedad.
Y es en este caso en lo que estamos, en una sociedad española que tiende al absurdo más radical. Estamos caminando hacia lo que pronto se vendrá en llamar la "contrarrevolución hacia el mono".
El último exponente de tal situación es la campaña de doña Matilde. En ella se puede observar -absurdamente- que en vez de tender al futuro asistimos a una involución manifiesta, con reminiscencias franquistas. Si a doña Matilde la hubieran nombrado secretaria general del Movimiento Social posiblemente habría entrado en la historia por otro lema, que acompañaría a otra campaña: "Si no eres casto... ¡paredón!". Tal es el talante de la señora ministra.
Por todo ello sería bueno que eleváramos los ojos y buscáramos eso que falta: valores, principios, pilares. De lo contrario no sería de extrañar que llegáramos a ver cualquier día a doña Matilde en algún gran almacén poniendo condoncitos a diestro y siniestro, corno si se tratara de una afamada novelista firmando autógrafos de su última gran obra.- José Enrique Izquierdo. Madrid.
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